|
|
|
|
|
La Razon, 18.7.2021 |
José M. Irurzun |
|
|
Wagner: Tristan und Isolde, Bayerische Staatsoper ab 29.6.2021
|
«Tristán e Isolda», el mejor espectáculo del verano
|
Jonas Kaufmann y Anja Harteros, bajo la batuta de Petrenko, triunfan
con la ópera de Wagner desde el pasado día 4
Los motivos
para esta gran expectación no se le escapan a ningún aficionado a la ópera,
ya que se anunciaba en el podio nada menos que a Kirill Petrenko en una de
sus últimas apariciones en este teatro, y en escena se contaba con el debut
en los temibles personajes de los enamorados nada menos que con Jonas
Kaufmann y Anja Harteros, dos de las figuras indiscutibles del canto en los
últimos años. Son muchas las veces en que las grandes esperanzas son
seguidas por enormes decepciones, pero no ha sido así esta vez, en la que
hemos podido disfrutar de una magnífica versión musical, así como de una
gran fiesta vocal con sus matices, si se quiere, tanto por parte de los dos
personajes titulares de la ópera como por el resto del reparto principal.
Para tan extraordinaria ocasión se encargaba una nueva producción, que
lleva la firma del director de escena polaco Krzysztof Warlikowski. Su
trabajo interesa en los dos primeros actos, mientras que el tercero resulta
bastante extraño y fue la causa de los abucheos que recibió el día del
estreno. Ofrece una escenografía única, obra de Malgorzata Szczesniak,
consistente en una gran sala, que en el primer acto puede representar el
camarote de la Princesa de Irlanda, siendo en el segundo la morada de
Isolda.
En ambos actos no hay en escena sino unos elementos de
atrezzo, compuestos por un par de butacas y un diván a la derecha del
escenario. En los dos aparece con cierta frecuencia una gran pantalla en la
que podemos ver proyecciones de motivos marinos en el arranque e imágenes
del dormitorio de Isolda, a donde llega Tristán y se aman, aunque su amor en
la visión del regista no es realmente físico, ya que los enamorados apenas
se tocan.
Sigue el tercer acto con la misma escenografía, añadiéndose
al fondo una gran mesa, a cuyo alrededor aparecen sentados unos muñecos y
entre ellos el malherido Tristán, mientras que por delante vemos a Tristán
atendiendo a una especie de doble del héroe, postrado en el diván y vestido
como los muñecos, y que ya había aparecido en el preludio de la ópera con
otra supuesta Isolda. Sorprendentemente, ambos Tristanes intercambian sus
posiciones en varias ocasiones. Todo esto tendrá un profundo significado,
pero parece que ni el público ni quien esto escribe han conseguido
entenderlo. Finalmente, Tristán muere en el frente del escenario y allí
tiene también lugar la Muerte de Amor de Isolda.
Una lectura
impresionante
De la dirección musical de Kirill Petrenko no caben
sino calificativos laudatorios y siempre en superlativo. ¡Cómo se van a
echar de menos sus seis años en Múnich!, lo que no es menospreciar a su
sucesor, Vladimir Jurowsky, que es un gran director, pero lo de Petrenko es
de otra galaxia. Su lectura ha sido simplemente impresionante de principio a
fin. Cómo ha cuidado siempre a los protagonistas... Formidable su lectura
del segundo acto. Y magnífica también la prestación de la Bayerische
Staatsorchester, que, bajo su director titular, alcanza cotas excelsas. En
las mismas fechas, curiosamente, se está ofreciendo otro espectacular
«Tristán» en Aix en Provence, con la dirección de Simon Rattle y la
presencia en el reparto de dos grandes como son Stuart Skelton y Nina
Stemme.
Como digo más arriba, debutaba en Tristán el tenor por
antonomasia de los últimos años y muniqués de nacimiento. Jonas Kaufmann
salió victorioso de la prueba. La voz resulta adecuada para el personaje,
especialmente en el segundo acto, mientras que en el tercero su
interpretación era más matizada e intimista de lo que estamos acostumbrados
en otros intérpretes de voces más dramáticas. También convincente en escena,
es un gran Tristán, aunque bien hará en no frecuentar demasiado el rol. Anja
Harteros fue una Isolda con estupenda interpretación vocal y escénica,
aunque en el primer aspecto hemos oído a voces más pesadas que la suya.
Efectivamente, su voz no tiene la amplitud de la de una Nina Stemme, pero su
canto es de una gran calidad. Su vibrato es mayor que hace un par de años y
también hará bien en no frecuentar demasiado el rol. Su «Liebestod» revistió
verdadera emoción.
Casi de lujo
El resto de personajes
importantes se puede decir que fueron casi un lujo. Lo formaban Wolfgang
Koch, digno de ser destacado en la parte de Kurwenal, tanto cantando como
actuando. Otro tanto la mezzo Okka von der Damerau en la parte de Brangaene,
con una voz importante. Finalmente, el Rey Marke era el bajo finlandés Mika
Kares, que cantó con gusto y voz suficiente sus monólogos, destacando el del
segundo acto. La impresión es positiva, aunque no es fácil borrar del
recuerdo las interpretaciones del gran René Pape.
El teatro agotó sus
localidades, limitadas a alrededor del 50 por ciento del aforo a causa de la
pandemia. La representación tuvo una duración musical de 3 horas y 45
minutos, lo que es menos de lo habitual en esta ópera. Los aplausos finales
se prolongaron durante 15 minutos, siendo triunfales para los cinco
principales personajes y especialmente para Jonas Kaufmann y Anja Harteros.
Por encima de todos, las ovaciones y bravos más atronadores fueron dedicados
a Kirill Petrenko. El precio de la localidad más cara es de 293 euros, lo
que hace pensar en los de otros lares…El estreno tuvo lugar el pasado día 4
y la última función será el 31. Y, en medio de ellas, Kaufmann se desplazará
al Teatro Real madrileño y a Peralada para cantar «Tosca».
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|