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scherzo, 15/01/2021 |
Blas Matamoro |
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Liederabend, Madrid, Teatro Real, 14. Januar 2021
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Jonas Kaufmann, un recital para la historia del canto
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Madrid. Teatro Real. 14-I-2021. Ciclo Estrellas de la Ópera. Jonas Kaufmann,
tenor. Helmuth Deutsch, piano. Obras de Mozart, Beethoven, Schubert,
Schumann, Wolf, Strauss, Mahler, Chopin, Grieg, Dvorák, Chaikovski, Silcher,
Bohm, Zemlinsky, Mendelssohn, Liszt y Brahms.
Reproduce este recital
la edición del CD Selige Stunde (Horas felices) conocido en fechas
recientes. Consta de 27 piezas que, en un arco histórico generoso va de
Mozart a Zemlinsky, siguiendo la huella temática del amor feliz, es decir
también desdichado: un mural del corazón humano, hecho de miniaturas donde
la exaltación se codea con la depresión, el desgarro con la melancolía, el
deseo con el desengaño.
Hacía falta un artista con la talla de
Kaufmann para dar cuenta de este íntimo festín camarístico. La voz del tenor
bávaro es una dichosa anomalía. Tiene una insolente corporeidad marcial con
ribetes heroicos y sube a un agudo áureo desde un centro baritonal, ancho y
oscuro. Es un universo de capacidades que sólo una extrema destreza técnica
puede someter a las exigencias del cancionero. Kaufmann consigue zaherir el
aire soltando su caudal, pero puede sutilizar el volumen hasta un susurro de
filatura que recorre la sala como quien transmite un secreto. Regula a
discreción, sostiene pedales interminables, da saltos de gimnasta. Y todo
ello, al servicio de una expresividad tan rica e imaginativa, y una cultura
estética que absuelva semejante repertorio.
Hubo momentos levitantes
en la noche, minutos en que la concentración del artista suprimió la
temporalidad y sumió a la audiencia en una contemplación hipnótica: La
muchacha junto a la fuente de Schubert, Me he desprendido del mundo de
Mahler, Canción de cuna de Brahms… Pero también pimpantes viñetas como La
violeta mozartiana y La trucha schubertiana.
Dentro de un canon muy
transitado, Kaufmann abre un parteaguas en la historia del canto. Le tocó un
tiempo de estadísticas, masas y anonimatos, donde parece que apenas destacan
las extravagancias. Él opta por algo tan sencillo como inescrutable: la
personalidad. Las músicas más consabidas cobran en su voz, noche a noche, la
lozana primicia del arte, esa facultad humana de inventar el tiempo a través
de su formulización más enigmática y hechicera: la música.
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