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ABC, 25/03/2019 |
Julio Bravo |
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Verdi: La forza del destino, London, ab 21. März 2019 |
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«La forza del destino»: Jonas Kaufmann y Anna Netrebko se miden en el Covent Garden
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Recibida por la crítica como «el acontecimiento operístico de la
década», la versión de Christof Loy de la obra de Verdi triunfa en Londres
Veinticuatro horas después de que Londres acogiera una multitudinaria
manifestación en contra del Brexit, la Royal Opera House se convertía en un
ejemplo de integración europea. Un teatro inglés ponía en pie una ópera
compuesta por un italiano y basada en un libro de un español; sus
protagonistas eran una rusa, un alemán y un francés. No puede pedirse más
diversidad.
Pero no se trata de un chiste, sino de lo que la prensa
británica calificó semanas atrás como el «mayor espectáculo operístico de la
década». Se referían al estreno en el Covent Garden de la producción de «La
forza del destino» que el alemán Christof Loy presentó hace dos años en la
Dutch National Opera de Ámsterdam, y que en Londres contó con un reparto
excepcional coronado por las que probablemente sean las dos mayores
estrellas actuales del firmamento operístico: la soprano rusa Anna Netrebko
y el tenor alemán Jonas Kaufmann. Junto con ellos, cantantes de primera fila
como el barítono francés Ludovic Tézier y la mezzosoprano Verónica Simeoni,
así como una serie de ilustres veteranos como Robert Lloyd, Ferrucio
Ferlanetto, Robert Lloyd o Alessandro Corbelli.
La expectación era
lógicamente grande en la segunda función (el estreno fue el jueves),
celebrada ayer domingo a mediodía (las matinées son costumbre en esta
ciudad). Desde una hora antes de empezar el espectáculo, una serie de ilusos
espectadores hacía cola delante de la taquilla confiando en que se produjera
alguna devolución, ya que las entradas (las más caras para el estreno
rondaban los 570 euros) estaban agotadas desde hace semanas.
Tal fue
la demanda que la reventa se disparó; más del 90% del aforo se vende a
abonados, y algunos de estos vieron una gran posibilidad de negocio si
revendían sus asientos, alguno de los cuales superaba en la página Viagogo
los 6.000 euros. Esto llegó a provocar la reacción de Alex Beard, director
general de la Royal Opera House, que advertía en los días previos al estreno
que las entradas adquiridas en dicho portal de reventa podían ser
rechazadas.
Pero de puertas adentro del teatro, todo era felicidad.
Lo era antes de la función, lo fue durante su transcurso y lo fue al final,
aunque se atenuaran las luces del escenario durante los aplausos y el
público entendiera que se terminaban los saludos. Antes de empezar, se
palpaba una excitación especial en los espectadores, tan internacionales
como el reparto. Por los pasillos se escuchaba hablar en inglés
-lógicamente-, francés, italiano, alemán, japonés y, sí, en catalán y
castellano.
Ovaciones Durante la función fueron varios los
momentos en que el público estalló en ovaciones. Lo hizo tras el aria de
Leonora en el segundo acto («Madre, pietosa Vergine»), donde se escucharon
los primeros ¡brava! y un sonoro «¡Espléndida!» que sonó en los pisos altos;
la soprano cortó una oreja también en el cuarto acto con su emblemática
«Pace, pace mio Dio». El entusiasmo del respetable lo compartieron también
Jonas Kaufmann en su «La vita è inferno» y Ludovic Tézier tras cantar su
«Urna fatale del mio destino»; los dos fueron ovacionados igualmente después
de sus dúos «Solenne in quest' ora» y «Col sangue mio».
Pero la marea
de ovaciones se desbordó al concluir la función. Un «¡Bravi!» unánime se
escuchó cuando los cuatro protagonistas salieron a saludar delante del
majestuoso telón carmesí y dorado del Covent Garden. Como un solo hombre,
todo el patio de butacas se puso en pie para ovacionarlos. Ya a telón
abierto, prosiguieron los aplausos al resto de los intérpretes, y fueron
especialmente cálidas cuando salió a saludar Antonio Pappano, director
musical además de la Royal Opera House.
Y es que el guiso operístico
estaba muy bien cocinado. «La forza del destino» posee una partitura
profunda, intensa y con momentos verdaderamente bellos; la producción de
Cristof Loy camina por terrenos contemporáneos «ma non troppo», es
plásticamente grandiosa y está llena de lecturas simbólicas -el decorado del
primero es el mismo que el del final, aunque en la ópera transcurren en
lugares totalmente diferentes-. La orquesta sonó plena y poderosa, y los
cantantes brillaron a gran nivel; especialmente Anna Netrebko, con una voz
rica en armónicos, bellísima de timbre, llena y expresiva. Jonas Kaufmann
cantó con vibrante lirismo y su voz oscura y hermosa, y Ludovic Tézier
mostró nobleza baritonal y acentos verdianos. |
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