En su ciclo de recitales de cámara, el Liceu presentó en la misma semana dos
de idéntico nivel (altísimo) y desigual acogida. Nina Stemme y Jonas
Kaufmann son nombres de primera línea en el mundo lírico de hoy, pero el
segundo se ha convertido —no sé si a su pesar o no— en mediático, y cada vez
que canta (o cancela, que lo hace con frecuencia: aquí en el Liceu, tras una
Messsa Solemnis de Beethoven canceló a última hora un recital Schubert) se
produce el fenómeno de localidades agotadas.
Aunque no parece que Die
Winterreise (Viaje de invierno) de Schubert sea lo que más atraiga a un
público que lo aclamó en Peralada (y seguramente volverá a hacerlo el
próximo verano) en un concierto operístico con orquesta. Aquí hubo ovaciones
lo mismo, pero menos, y el tenor, que insistió siempre en dar el debido
relieve a su fantástico acompañante, Helmut Deutsch, decidió correctamente
no acceder a bises que se le pedían con tanto frenesí como escaso respeto
por el programa que había presentado.
Su actuación fue magnífica,
pero ni es el único ni el mejor de los que hoy pueden cantar este Schubert,
aunque cuando se llega a los tenores sin duda es el primero y tal vez el
único. Estuvo algo distante en algunos números y su insistencia en alternar
forte con piano roza el amaneramiento, pero lo dijo y cantó todo muy bien,
con una emisión libre de engolamientos que se le observan en otras
ocasiones.
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