Proopera, noviembre – diciembre 2012
por Luis Gutiérrez Ruvalcaba
 
Strauss: Ariadne auf Naxos, Salzburger Festspiele, 29. Juli 2012
 
Ariadne auf Naxos
 

El Festival de Salzburgo decidió presentar la primera versión de esta ópera, estrenada como tal el 25 de octubre de 1912 en Stuttgart. Para entender de qué se trata esta versión hay que analizar un poco de su historia.

Hugo von Hofmannsthal quiso expresar su gratitud a Max Reinhardt por su colaboración para el éxito de la premier de Der Rosenkavalier y desarrolló una idea que pareció atractiva dado el talento teatral de Reinhardt. Su plan de reunir a la bailarina Grete Wiesenthal, la distinguida compañía de Reinhardt, el talento musical de Richard Strauss y un libreto suyo, cristalizó en un proyecto con eje en Le Bourgeois gentilhomme, que Molière había escrito para que Lully compusiese una óperaballet.

El burgués gentilhombre es una obra que es “teatro dentro del teatro” y combina ballet, canto y diálogos hablados. Hofmannsthal hizo una nueva traducción alemana, con algunas modificaciones al original y agregó Ariadne auf Naxos a la pieza. La obra, originalmente planeada para la troupe de Reinhardt como “divertissement con una pequeña orquesta”, se convirtió en un proyecto muy costoso para una compañía como la de Reinhardt. Strauss propuso presentar la obra en Stuttgart, donde contaba con personal apropiado para la ópera y, después de discusiones con Hofmannsthal (que quería presentarla en Dresde), la compañía de Reinhardt aceptó desplazarse a Stuttgart.

El estreno, el 25 de octubre de 1912, fue un fiasco. Las tres horas de función, hora y media para el teatro y otro tanto para la ópera, se alargaron mucho pues el rey Karl de Württemberg gustaba de cenar y discutir los méritos de las obras en el intermedio. A esto hay que agregar que una parte de la concurrencia era aficionada al teatro y no a la ópera y que la otra parte era más bien fanática de la ópera y no aficionada al teatro hablado.

Habrá que decir que Strauss y Hofmannsthal decidieron quedarse con la joya que es la ópera, por lo cual decidieron sustituir la obra de teatro con un Prólogo y hacer algunas modificaciones al texto y a la música, en este caso algunas muy importantes, ya que se redujo la duración del acto y se modificaron algunas partes en forma notable (por ejemplo, Zerbinetta “sólo” llega al Fa natural y no al Fa sostenido de la original). Lo más notable en el Prólogo es el himno a la música cantado por el compositor (un actor en El burgués gentilhombre y una mezzo en la versión final). La nueva versión se estrenó en Viena el 4 octubre de 1916 y desde entonces ha sido muy exitosa.

En esta ocasión el director de escena Sven-Eric Bechtolf hizo una nueva adaptación de la obra de Molière, incluyendo como personajes a Hofmannsthal y a la joven e inconsolable viuda Ottonie von Degenfeld-Schonburg, con quien el poeta tuvo una relación principalmente epistolar, y muy probablemente platónica, hasta su muerte.

Strauss compuso música de alta calidad para El burgués gentilhombre, incluyendo la obertura que en ocasiones se escucha en conciertos sinfónicos, música para varios números de ballet, un aria y un dueto. Poco puedo decir de la obra de teatro, salvo que la disfruté pese a mi alemán rudimentario (para algo tiene que servir el supertitulaje en inglés y el haber leído la obra de Molière previamente). Los números de ballet fueron cortos y atractivos y el dueto fue una rara joya muy pocas veces interpretada.

La ópera, prototipo de “teatro dentro del teatro”, es probablemente mi ópera favorita de Strauss. Emily Magee fue una Ariadne tan inconsolable como Ottonie, pues la viuda sufre el abandono más absoluto que pueda existir. Cantó con seguridad este papel, muy similar en su estructura al de las otras heroínas de Strauss. Su ‘Es gibt ein Reich’ me hizo estremecer.

Jonas Kaufmann fue un espléndido Bacchus, recibiendo el aplauso más largo al final. En mi opinión el papel de Bacchus es para los tenores lo que el de Gremin es para los bajos: sale a escena ya que todos están cansados, su música es muy bella, se queda con la chica y probablemente su caché es el más alto.

Las tres ninfas —Eva Liebau como Najade, Marie-Claude Chappuis como Dryade y Eleonora Buratto como Echo— formaron un bellísimo conjunto en el que las tres cantaron sus partes individuales en forma magnífica, sólo superada por la fusión de sus voces en los ensambles, Del lado de la commedia dell’arte, los cuatro comediantes estuvieron estupendos, sobresaliendo el Harlequin de Gabriel Bermúdez, sin que Michael Laurenz
como Scaramuccio, Tobias Kehrer como Truffaldin y Martin Mitterrutzner como Brighella desmerecieran en modo alguno.

Zerbinetta es normalmente quien se roba la noche y esta ocasión no fue la excepción. Elena Mosuc nos dio una soberbia interpretación de su dificilísima aria (más aún en esta versión por su extensión y por su rango) ‘Grossmächtige Prinzessin’.

Daniel Harding dirigió con aplomo a la Filarmónica de Viena. En mi opinión fue muy inteligente la disposición del escenario dentro de la casa de Monsieur Jourdain, dispuesto entre el auditorio y una tribuna en la que se ubicaron el burgués y sus invitados. La escenografía de Rolf Glittenberg, el vestuario de Marianne Glittenberg, la coreografía de Herinz Spoerli, la iluminación de Jürgen Hoffman, el trabajo escénico de Bechtolf y el de todos los músicos que participaron hicieron que 3 horas y 25 minutos pasaran como una exhalación. Si alguien no entendió, quise decir que esta Ariadne auf Naxos me gustó muchísimo y que estoy a la espera de volver oírla y verla, “aunque sea” en su segunda versión.

 






 
 
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