ABC.es, 11/08/2012
alberto gonzález lapuente
 
Strauss: Ariadne auf Naxos, Salzburger Festspiele, 29. Juli 2012
 
Drama y comedia
 
En encuentro estival recupera la primera versión, protagonizada por Elena Mosuc, Emily Magee y Jonas Kaufmann, en una puesta en escena firmada por Sven-Eric Bechtolf, bajo la batuta de Daniel Harding
 

Han transcurrido cien años desde el desastroso estreno de «Ariadne auf Naxos», la ópera de Hugo von Hofmannsthal y Richard Strauss, presentada como epílogo a la representación, con ilustraciones musicales, de «El burgués gentilhombre» de Molière. La consecuencia fue una segunda versión, más breve, sin Molière y en la que un prólogo explica el porqué de una obra en la que lo cómico, lo trágico, lo cantado, lo hablado, lo sincero y lo artificial se mezclan. Pero hoy está de moda la arqueología y por eso el Festival de Salzburgo vuelve sobre la primera versión tratando dar sentido al aniversario y a esa propuesta en la que también estuvo implicado el director teatral Max Reinhardt, tan cercano a la creación del propio evento salzburgués con Hofmannsthal y Strauss.

Hilando fino, el responsable de la actual puesta en escena es Sven-Eric Bechtolf, nuevo director de teatro del Festival de Salzburgo y hombre de importante trayectoria en el género en verso. Se nota en la obra de Molière representada en un espacio limpio, con reminiscencias dieciochescas, en la que actúan con verdadera comicidad un grupo de actores y bailarines con Peter Matic, Cornelius Obonya y Michael Rotschopf a la cabeza. Lo disfruta el público y también la ópera posterior en la que los cómicos se vuelven espectadores y el escenario de la Haus für Mozart se vuelve conceptual a partir de unas cajas de piano desguazadas representando la isla de Naxos.
Presencia española en Salzburgo

Allí canta la soprano Elena Mosuc la imposible aria de coloratura de Zerbinetta. Se anunció que no estaba bien y se le notaba. Emily Magee pone el lado dramático muy intenso en el dúo con Jonas Kaufmann, cuya afirmada vocalidad imprime carácter final a la obra. Se consigue así que el escenario añada el punto de verosimilitud que el foso sólo apunta con la dirección de Daniel Harding. Da lo mismo: cumplido el siglo, los aplausos dan por bueno un espectáculo en el que hay presencia española con el entonado arlequín Gabriel Bermúdez. Su nombre junto, con el de Plácido Domingo, que canta «Tamerlano», con instrumentos de época, y el de Pablo Heras-Casado en el ciclo de música contemporánea, hacen patria en Salzburgo.

 






 
 
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