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El País, 10 Jun 2016 |
Javier Pérez Senz |
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Liederabend, Barcelona, Palau de la Música Catalana, 9. Juni 2016 |
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Y al final, Jonas Kaufmann conquistó el Palau de la Música
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El famoso tenor alemán, que tuvo que desconvocar su presentación en
2014, cierra su estreno con un Strauss glorioso junto al pianista Helmut
Deutsch |
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Una de las ventajas de ser el tenor más deseado del mundo es que antes de
abrir la boca ya tiene el favor del público. Lo comprobó el alemán Jonas
Kaufmann (Múnich, 1969) el pasado jueves en su estreno en el Palau de la
Música Catalana de Barcelona, donde se le esperaba desde octubre de 2014,
cuando el tenor con más carisma y fuerza escénica del momento tuvo que
cancelar su recital por enfermedad. Así que, decir que había expectación en
el templo modernista es, sencillamente, quedarse corto: lo que había eran
unas ganas inmensas de escuchar al famoso divo alemán. Y, aunque la velada
no empezó bien, el éxito que cosechó junto al gran pianista Helmut Deutsch
fue, en verdad, apoteósico.
Kaufmann no arrancó bien, ofreciendo una
decepcionante versión de las Canciones de un camarada errante, de Gustav
Mahler; rompía la línea con falsetes, susurros y trabajosas medias voces,
sin encontrar una emisión cómoda. Tampoco estuvo fino en el estilo, pues en
los momentos más intensos, su Mahler sonaba un poco a Wagner, a pesar del
hermoso tapiz sonoro desplegado por Deutsch, maestro de maestros en el arte
del lied.
Con la voz ya más rodada, el nivel de calidad subió muchos
enteros en los Siete sonetos de Michelangelo, de Benjamin Britten; a un
tenor de su fama se le puede pedir más variedad e imaginación en las
inflexiones y matices de estas luminosas canciones creadas por Britten a
medida del talento interpretativo de su pareja, el tenor Peter Pears. Pero
no se le puede pedir más entrega, calor e intensidad vocal. Kaufmann ya
sonaba a Kaufmann.
Lo verdaderamente memorable llegó en la segunda
parte, consagrada a Richard Strauss, con nueve lieder de Letzte Blätter, op.
10 —en Die Nacht estuvo colosal— y otros cinco de colecciones diversas. Por
afinidad, dominio, riqueza de matices y brillo vocal, el universo vocal
straussiano es un terreno de seducción ideal para la voz y el temperamento
Kaufmann; y con ellos conquistó al público.
El clima de pasión lírica
culminó con seis propinas, entre ellas una maravillosa versión de Morgen y,
fuera del catálogo straussiano, páginas de Franz Léhar y Joaquín Turina. Y
un apunte final: que la velada se iniciara con 12 minutos de retraso y el
público dando palmas de pura impaciencia no es raro en el Palau, aunque en
esta ocasión, teniendo el patrocinio de una famosa marca de relojes suizos
de lujo que explota la imagen del divo alemán, la falta de puntualidad
resultara aún más engorrosa. |
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