Jonas Kaufmann, a sus 46 años, es considerado el tenor joven más prestigioso
del mundo. Capaz de asaltar las listas de éxitos pop con un disco de música
clásica dedicado a Verdi, ahora presenta You Mean the World to Me, con
melodías populares del Berlín de entreguerras, y un DVD sobre uno de sus
mejores conciertos en la capital alemana.
¿Dónde reside la
magia de esas canciones inolvidables? En parte, en la nostalgia.
Yo se las escuché por primera vez a mi abuela, que solía cantarlas, y se han
convertido en la banda sonora de mi infancia. Y la mayoría las tenía mi
padre en su colección de discos interpretadas por grandes tenores como
Tauber o Wunderlich.
Son canciones populares, pero eso no
significa fáciles de cantare En absoluto. La mayoría requieren
las mismas cualidades vocales que un aria de Puccini. Pero otras no tanto;
las popularizaron actores cantantes, como Marlene Dietrich con su
personalísima voz. Dicen que es usted "el rey de los tenores". ¿Qué le
parece? Me lo tomo como el gran cumplido que es, pero en el arte, a
diferencia del deporte, no se pueden hacer clasificaciones y rankings.
¿Qué música escuchan sus hijos? Lo que llevan en su
iPhone. Cuando vamos juntos en el coche, ponen su música, aunque de vez en
cuando me dejan escuchar alguno de mis viejos discos de los Dire Straits.
¿Recomienda la música como terapia para tiempos de crisis?
Es que es la mejor medicina. La buena música, los grandes conciertos, son
remansos de emoción absolutamente necesarios, que además pueden modificar
nuestras vidas. Ha cantado en medio mundo, pero ¿qué lugar no conoce y le
gustaría? Buenos Aires. Sé que el Teatro Colón tiene una acústica
excepcional. Estoy deseando cantar allí.
¿Tiene buenos
recuerdos de su paso por España? Por supuesto. Me encanta la
gente, la cultura€ Sentí mucho tener que posponer mi recital en Barcelona
por una afección de garganta.
¿Cuándo descubrió que quería
ser cantante de ópera? Fue una especie de ilusión infantil.
Después de cantar mi primera ópera en casa para la familia, Madame Butterfl
y, con seis o siete años, empecé a soñar con ello, pero hasta una década
después no empecé a estudiar en serio y tener las primeras oportunidades
importantes.
¿Su familia le apoyó? Mis padres
preferían que estudiara algo con más sustancia, que desembocara en un
trabajo con más seguridad. Yo tenía claro que quería formar una familia y en
el arte todo es provisional. Además, si cantas, dependes extraordinariamente
de la salud. Cualquier pequeño resfriado perturba tu labor. Así que me
matriculé en Matemáticas, pero no tardé en descubrir que no era lo mío. Tuve
que echarle valor y abandonar la tranquilidad que las matemáticas me podían
ofrecer.
Con millones de discos vendidos, los premios más
prestigiosos y una legión de seguidores, ¿qué espera del futuro?
Salud, buena música y coincidir con gente maravillosa con la que preparar
trabajos estimulantes.
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