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El Cultural, 15/10/2014 |
ALBERTO OJEDA |
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Jonas Kaufmann: "Tristán es como el monte Everest en mi carrera"
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El tenor alemán, durante su
parón por enfermedad, charla con El Cultural sobre su último disco 'You Mean
The World To Me' y analiza los desafíos vocales que acometerá en el futuro |
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Jonas Kaufmann (Múnich, 1979) ha tenido
que levantar el pie del acelerador estos días. El tenor alemán ha suspendido
alguno de sus compromisos con los principales coliseos mundiales. Entre
ellos, el recital que tenía previsto en el Palau de la Música de Barcelona.
Sus aficionados, cada vez más numerosos, podrán aliviar el disgusto
escuchando su última grabación, You Mean The World To Me, recientemente
lanzada por Sony Classical. El álbum es un recorrido por los grandes éxitos
de la música ligera de su país durante los agitados años 20 y 30, invocando
con su canto al mítico tenor austríaco Richard Tauber, estrella de esa época
y heterodoxo rompedor de moldes al combinar, con similar solvencia y
entrega, el registro operístico con la canción popular. Kaufmann emula en
este trabajo su versatilidad desacomplejada al abordar un repertorio que
hasta ahora reservaba para los bises de sus recitales, ya distendido. Da así
un paso más para acreditar que su excelencia canora no conoce límites. Y que
los que le han señalado como sucesor oficial de las gestas de Plácido
Domingo no están desencaminados. Durante su parón provisional, explica a El
Cultural cómo se gestó este atrevido disco y los desafíos que pretende
acometer en los próximos años: con Otello y Tristán rondándole cada vez más
de cerca.
-Con You Mean The World To Me regresa a los
felices 20, al comienzo de las películas sonoras y a la música ligera de esa
época. ¿Qué le inspira este capítulo histórico y sus melodías?
-Adoro esos clásicos intemporales y me encanta interpretarlos. Para mí,
la música de Fran Lehár, Imre Kálman, Robert Stolz, Paul Abraham, Ralph
Benatzky, Werner Richard Heymann y otros muchos nunca ha sido ni kitsch ni
de segunda fila, y las letras de autores como Raymond Gilbert distan mucho
de ser triviales. Por desgracia, como cantante profesional estos éxitos no
suelen cruzarse en mi camino de manera conjunta. Sí tengo la costumbre de
cantar como bises en mis conciertos de ópera Dein is mein ganzes Herz? O Du
bist die Welt für mich. Muchos me comentaban al final: ¿Por qué sólo unos
bises puntuales, por qué no preparas un programa con todas estas canciones
inolvidables? Cuando lo hablé con Thomas Voigt, que ha escrito mi libro
[Mein die wirklich mich] y ha rodado varios documentales sobre mí, pronto
nos dimos cuenta que había un repertorio muy amplio, tanto que podríamos
llenar tres o cuatro cedés.
-¿Cómo hicieron la criba?
-Decidimos centrarnos en aquellos temas que arrasaron alrededor de los
años 30, desde los triunfos de Lehár-Tauber hasta las piezas de la películas
sonoras, pasando por las canciones-pop de Paul Abraham, que fue un uno de
los anticipadores de este género. You Mean The World To Me es para nosotros
un trabajo del corazón.
-La versatilidad vocal de Tauber es
muy llamativa, también su actitud abierta a diversos registros, alternando
la música culta y la popular. ¿Es esta versatilidad y su apertura mental un
modelo para usted?
-Por supuesto. Siempre intento mantener
la máxima versatilidad posible. Lo de especializarse no es para mí. Sería un
aburrimiento mortal quedarme encasillado en cinco o seis roles. Y no
entiendo el prejuicio tan extendido de que cantar el repertorio pop rebaja
la reputación. Cuando Richard Tauber empezó a cantar los temas de Lehár
muchos pensaron que abandonaría la ópera y el lied. Pero no lo hizo. De
hecho la admiración hacia él en este último terreno siguió creciendo. Y
todos los que le siguieron en la decisión de acometer los clásicos populares
de Lehár -desde Rudolf Schock, Nicolai Gedda y Fritz Wunderlich hasta
Luciano Pavarotti y Plácido Domingo- no se resintieron en su reconocimiento
e integridad como cantantes de ópera.
-Tu excelencia
interpretativa abarca tanto la ópera como el lied. No es una característica
muy habitual conciliar ambos géneros con similares resultados. ¿Cree que esa
capacidad es la que marca hoy día la diferencia respecto a tus colegas y, a
su vez, competidores?
-Yo no me comparo con mis compañeros,
pero estoy convencido que cantar ópera alemana, francesa e italiana más lied
y oratorios conservará mi flexibilidad en todos los aspectos, vocales y
musicales, y también lingüísticos y estilísticos.
-Sus
actuaciones destacan por sus virtudes vocales pero también por su nivel
interpretativo, en términos actorales. ¿Cómo preparas esta última faceta?
-Es un trabajo que se desarrolla durante los ensayos. Lo que llamamos
industria escénica es algo que ha de prepararse como es debido. Pero cuando
nos movemos en el terreno de las emociones y de la credibilidad, lo único
que intento es convertirme por completo en el personaje que debo encarnar. Y
esto no es una cuestión que se pueda "preparar".
-¿Cómo se
consigue entonces?
-Hay algo esencial que aprendí de Giorgio
Strehler, de vuelta en 1997, durante los ensayos para el Cosí fan tutti que
abrió el nuevo Piccolo Teatro. Tenía fuego dentro y una increíble energía.
Recuerdo sus ojos, como dos ascuas. Era todo pasión y emoción. Él quería
sobre el escenario personas de carne y hueso expresándose y moviéndose con
espontaneidad, sin estar pensando en la necesidad de cantar bien. En
realidad, sin pensar en nada. Cuando ensayamos el aria de Ferrando Tradito,
schernito, me dio cientos de explicaciones sobre la situación emocional del
personaje en ese momento. Pero al final me dijo: "No me importa cómo lo
interpretes, lo principal es que el público consiga captar el mensaje de lo
que está sucediendo en su interior. Y si tienes la necesidad de
interpretarlo de otra manera en la siguiente actuación, ¡simplemente hazlo!
¡Crea algo nuevo en cada noche! ¡Nunca te repitas!
-¿Tiene en
mente abordar los papeles de Otello y Tristán en un futuro próximo? ¿Siente
algún tipo de presión por esta exigencia?
-Otello sin duda
llegará. Cuando grabé el Verdi Álbum me sentí muy tentado de cantar entera
esta parte, tan pronto como fuera posible. Pero me dije: sé paciente, espera
otros dos o tres años. De todos modos, Des Grieux de Manon Lescaut de
Puccini no es ninguna perita en dulce. Si uno puede cantarlo, no tiene por
qué asustarse de Otello. Tristán es el monte Everest de mi repertorio. Claro
que me encantaría cantar ese gran dueto de amor, pero ¿ese increíblemente
exigente tercer acto...? Ya veremos.
-Canta en italiano,
francés, inglés y, obviamente, en alemán. ¿Ha pensado alguna vez lanzarse
con el español, entrarle a nuestro legado liederístico?
-Sí,
lo he pensado. Pero antes de empezar a estudiar el repertorio me conviene
afianzarme con el idioma. Puedo apañarme en español en conversaciones pero
cantarlo es otra cosa muy diferente. Ojalá algún día pueda dominarlo hasta
el punto de animarme a cantar en él.
-Es un lugar común ya
considerarle el sucesor de Plácido Domingo. ¿Cómo lleva esa constante
comparación?
-No soy yo a quién le corresponde confirmarla o
desmentirla, yo simplemente me la tomo como un cumplido muy halagador.
Admiro a Plácido Domingo y los logros alcanzados durante su carrera son
sencillamente únicos. Es un cantante excepcional, un fenómeno de la
naturaleza.
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