El Mercurio, 20 de Febrero de 2022
Juan Antonio Muñoz H.
 
 
Jonas Kaufmann analiza “Peter Grimes”, de Benjamin Britten:
“No hay nada inusual en el terror psicológico social”
El tenor alemán-austríaco acaba de debutar el complejo rol en Viena. Aquí se refiere al oscuro personaje, uno de los que ha motivado más análisis, interpretaciones y controversia de entre los creados para la ópera.
 
La acción de “Peter Grimes” (1945) transcurre en una aldea costera británica, durante el siglo XIX. En altamar ha muerto el aprendiz del pescador Peter Grimes, conocido por su rudeza. Todo el pueblo sospecha de él, pero el juicio lo declara inocente, aunque el juez le aconseja que no vuelva a tener un ayudante. Grimes se niega porque lo necesita para su trabajo y en esto lo apoya la profesora Ellen Orford. Le llevan un nuevo muchacho, pero las cosas no funcionan: el niño cae por un risco y muere también. El pueblo se moviliza contra Grimes y el capitán Balstrode, uno de los pocos que lo han ayudado, le dice que no podrá alegar inocencia otra vez, que tome su barca y la hunda. Le recomienda el suicidio.

Evocatorio y sugerente, el libreto se mantiene como una reacción atmosférica y nebulosa al poema de George Crabbe en el que se basa (“The borough”). Trabajaron en el texto el compositor Benjamin Britten; su compañero, el tenor Peter Pears, y el escritor Montagu Slater.

Y si el libreto mismo es un enigma, todavía más lo es el protagonista, un personaje enorme y hasta cierto punto irrepresentable, porque encarnarlo siempre implica asumir supuestos. Una creatura donde la ferocidad convive con el deslumbramiento, la ternura y el éxtasis. A esa tarea fue llamado por la Opera de Viena el tenor alemán-austríaco Jonas Kaufmann, quien suma a Grimes a un conjunto de roles complejos: Werther, Lohengrin, Pársifal, Otello, Tristán y Paul (“Die Tote Stadt”).

El estreno fue el 26 de enero y las funciones acaban de finalizar con gran éxito, ocasión que aprovechó la Opera de Viena para otorgar al artista su máximo galardón, declarándolo Kammersänger.

El cofre de Davy Jones

“Grimes” nació negando la literalidad y apelando a la capacidad de análisis del público. Hay un cúmulo de motivos contemporáneos en un texto que describe un momento en la vida de una aldea de pescadores, habitada por seres trágicos que conforman un “pueblo chico, infierno grande”.

Kaufmann abordó el rol titular con su poderosa y oscura voz, alternando un agudo en forte de sorprendente calibre con frases de extrema delicadeza, logrando dar sentido expresivo a cada instante de la endiablada música que tiene su parte. Es un actor de mil recursos, los que maneja atento a la expresividad del rostro, del movimiento de manos y de cómo su cuerpo debe integrarse al paisaje escénico. Sus dos grandes soliloquios fueron un prodigio de control dinámico, lo que no es fácil cuando se trata de describir a este alucinado furioso que es Grimes.

En “Peter Grimes” reina el mar. No podemos decir que sea este el protagonista y no Grimes, pero el inmenso mar es un reflejo de su personalidad. Es la materia sin conciencia, ambigua e inescrutable. Sin culpa. Un mar que, si bien permite el sustento de una aldea de pescadores, también les provoca las mayores tristezas: las calles se inundan, pierden todo lo que tienen, sus bienes, sus hijos, sus maridos. Los “buenos ciudadanos” no quisieran tener mucho que ver con este temible e incontrolable portento. En cambio, Grimes se esmera y quiere trabajar en el mar, incluso en los días de descanso, haya tormenta o esté calmo.

—El paisaje es determinante en esta ópera, con el mar omnipresente. Peter habla del “demonio del mar”. ¿Qué o quién es el demonio del mar? ¿O es que en el mar surge del propio Grimes el mismo demonio?

“Peter habla a menudo de Davy Jones, un pirata mítico, conocido por la leyenda del cofre en el fondo del mar, donde se encuentran los marineros perdidos. ‘Serás enviado al cofre de Davy Jones’ es un eufemismo para señalar la muerte en el mar, mientras que Davy Jones funciona como un apodo para representar al demonio del mar. En la tradición marinera se consideraba que cuando un marinero caía por la borda y desaparecía o moría en el mar, había ido a parar al cofre de Davy Jones; vale decir, al fondo del mar, el punto de entrada al más allá. Para los marineros, el mar es el lugar de su muerte y su tumba. Este es el trasfondo de algunos versos de Peter Grimes, como ‘El agua beberá todas mis penas hasta secarlas y la marea las arrastrará consigo’ o ‘El viejo Joe fue a pescar y el joven Joe fue a pescar, y ya sabrás tú quién fue a pescar cuando saque el próximo cardumen’. Pero esa no es la razón de su comportamiento negligente con su aprendiz; es una actividad de desplazamiento, por la presión social que se ha ejercido sobre él”, explica Jonas Kaufmann desde Viena.

Grimes es un “antihéroe” que tiene un precursor: “Woyzeck” de Büchner / Berg. Ambos son víctimas de la sociedad, pero si Woyzeck se rebela y explota, Grimes aspira a no notarse y no es capaz de expresar lo que siente. En una entrevista de 1962, Benjamin Britten dijo que un sentimiento recurrente para él y su compañero de vida Peter Pears era el del individuo contra la masa: “Experimentamos una enorme tensión”.

—El gran tema de la ópera se encuentra en el rechazo y el miedo que un ser diferente de los demás produce en las personas comunes. ¿Es Peter, para usted, un producto de esa sociedad, una víctima de ella?

“Toda sociedad necesita una persona débil o una minoría sobre la que proyectar su odio y frustración. Si no fuera Peter, tal vez las sobrinas de Auntie habrían sido las víctimas del odio; a ellas el libreto las describe como ‘jóvenes y bonitas pero entradas en años, conscientes de que son las principales atracciones de la taberna El Jabalí’… Para un autista como Peter, la vida solo se complica cuando tiene que reaccionar ante su entorno social o tiene que cumplir con lo que la gente espera de él”.

“La inquietud causada por el otro”

—Antes de que hubiera compuesto algo de la música, Britten escribió que Grimes “es sólo un psicópata sin causa, sin razones ni muchos síntomas”. Incluso era directo en definir las muertes de los aprendices como “asesinatos”. Tuvo largas discusiones con Montagu Slater. Sin embargo, después resolvió, en sus propias palabras, “hacer de Grimes un personaje de visión y conflicto, el idealista torturado que es, más bien que el villano que fue en el poema de Crabbe”. Se puede ver en Grimes a un criminal escondido incluso para sí mismo. De hecho, sus ayudantes niños son golpeados y mueren. A su juicio, ¿es Peter el culpable de la muerte de sus aprendices?


“Para mí, Peter no es capaz de sentirse culpable, lo que significa que puede serlo. Debido a la presión que la sociedad ejerce sobre él, se descompone por completo y se desliza hacia la esquizofrenia, lo que finalmente le cuesta la vida al chico. No hay nada inusual en el terror psicológico social; sólo que la mayor parte de la gente o bien resiste esa presión o bien se aleja. Es muy común la atracción que suscita la inquietud causada por el otro y que puede desembocar en una persecución del otro, al ser visto este como amenaza”.

—Los paralelismos que algunos establecen con la homosexualidad de Britten sirven para referirse al tipo de vínculos que Peter Grimes pudo establecer con sus aprendices. ¿Cuál es su opinión?

“No hay ningún indicio que justifique esa interpretación. Quizás quede una sombra de duda sobre la relación de Peter con el aprendiz; dependiendo de la edad del chico, puede significar homosexualidad o pedofilia o abuso. Pero todo esto está en la mente de la gente del pueblo de Peter, no en la historia”.

La vaga esperanza de un futuro común

Otro tema importante en esta ópera es la amistad, encarnada en Balstrode, el marino que lo ayuda, y sobre todo, en Ellen Orford, una profesora viuda de quien el pueblo comenta insidioso: “Ellen, nos das risa como en un baile, buscando muchachos para Peter Grimes”. Ella responde con aquello de que quien esté libre “lance la primera piedra” y agrega: “No tendré dificultad para descubrir cómo una profesora pobre, viuda y solitaria encuentra placer en ayudar a los demás”.

—C.S. Lewis dice que la amistad puede ser el amor más perfecto: sentir ese amor está más allá de lazos de sangre y obligaciones económicas o sexuales. En ese sentido, Ellen ama a Peter. Peter llega a decir que ha pensado casarse con ella algún día. ¿Cómo describiría la relación entre él y Ellen?

“Ya sea por la falta de experiencia de Britten en este campo o por la intención del autor del texto, para mí no hay nada entre ambos que se pueda llamar ‘relación’. Del diálogo entre Ellen y Peter solo se puede deducir una simpatía mutua y una muy vaga esperanza respecto a un futuro común. Pero el ‘me casaré con Ellen’ de Peter es principalmente una fantasía, ilusiones sin asidero alguno”.

—La visión de Grimes como idealista torturado convence a ratos y esa mirada lírica Britten la alterna con una música que enerva y emociona. “Now the Great Bear and Pleiades” (ver texto adjunto) es uno de los momentos más bellos y conmovedores de esta ópera. ¿Qué significa para usted y cómo ha sido cantarlo?

“Es un momento mágico. La acción escénica y la música parecen detenerse. Todo se concentra en estas palabras que suenan como una profecía. Por supuesto, la gente del pueblo piensa que Peter está borracho o bien loco. Hay un sentido profundo en las palabras, porque la Osa Mayor es una constelación vista todo el año en el hemisferio norte y tiene gran importancia a la hora de orientarnos. Homero menciona la Osa en el Canto V de la Odisea, en el que Ulises intenta en vano guiarse por ella para regresar a Ítaca, su tierra. Vocalmente esta escena es un reto: no todos tienen un instrumento tan extraordinario como Peter Pears, cantante central de las obras de Britten y para quien fue escrito el rol de Peter; se ha dicho que Pears podría haberse sentado en su nota Mi (E) favorita y quedarse ahí para siempre (se refiere a la nota Mi sobre la que está construido este monólogo)”.


Recuadro:

En este momento la Osa Mayor y las Pléyades,
moviéndose al compás de la Tierra,
dibujan en las nubes con sus rayos
el dolor humano;
vertiendo su hálito solemne por la noche oscura.
¿Quién puede descifrar en medio en la tormenta,
o a la luz de las estrellas,
si esos caracteres significan
un destino amistoso
que haga cambiar nuestras vidas?
Pero si las constelaciones zodiacales
centellean como un enloquecido
banco de arenques,
¿quién puede cambiar el curso de las estrellas
para volver al principio y comenzar de nuevo?







 
 
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