Opera Actual, noviembre 2009
Por Pablo MELÉNDEZ-HADDAD
 
Jonas Kaufmann: El auténtico relevo wagneriano
El tenor Jonas Kaufmann no para de cosechar éxitos tanto en el apartado discográfico como en los teatros allí donde se presenta. Y si su Mario Cavaradossi o su Don Cario son alabados por público y crítica, sus incursiones en el repertorio alemán son esperadas como todo un acontecimiento. Por fin llega el auténtico tenor wagneriano.

Por Pablo MELÉNDEZ-HADDAD

Está renovando el repertorio con una voz que llama la atenci6n por sus oscuras sonoridades. El disco de arias alemanas del tenor Jonas Kaufmann lanzado en septiembre – con Decca- , le ha devuelto a sus orígenes, tal y como afirma: "He crecido con este repertorio, lo llevo en mis genes", comentaba a ÓPERA ACTUAL días después de su triunfal Don CarIo en el Covent Garden de Londres el pasado mes de septiembre. Él sabe bien lo que significa un contrato en exclusiva con una casa discográfica, y por eso le saca partido, ya que en noviembre presenta su versión discográfica de Die 5chöne Müllerin (en España debutó con esta obra, una de sus favoritas, en un recital de Lied en 2004, en la Schubertíada de Barcelona) y un DVD de Der Rosenkavalier.

Se formó en la Hochschu!e für Musik de Münich, ciudad a la que vuelve periódicamente para ofrecer los nuevos personajes que va incorporando a su cada vez más amplio repertorio. Acostumbrado a trabajar con directores de primera línea internacional, Kaufmann contó para el citado disco de arias alemanas nada menos que con e! ya mítico Claudio Abbado, aunque también ha tenido ocasión de trabajar con Colin Davis en una Flauta mágica o con He!mut Rilling, con quien debutó su primer pape! protagonista del repertorio alemán: el compIejo Florestan del Fidelio beethoveniano, que interpretó en Stuttgart y Bonn. Paradójicamente, Kaufmann piensa que este personaje es mucho más plano que el príncipe mozartiano, contrariamente a lo que suele creerse: "Florestan primero sufre, después se desilusiona, después cree y después es feliz, pero eso no es suficiente para mí", aunque también reconoce que su aria de entrada es "impresionante". "En cambio Tamino tiene muchas más aristas", apunta entusiasmado.

Interesado en descubrir nuevos roles, no dudó en aceptar la llamada del poco conocido Schubert operístico, interpretando e! papel protagonista de Fierrabras en Zúrich, París, Londres y Viena. También incorporó a su repertorio Alfonso und Estrella. Hasta que llegó Wagner. Muy joven le propusieron cantar el tercer acto de Parsifal y, años más tarde, aceptó hacerlo al completo en Zúrich, cuyo teatro de ópera tiene unas dimensiones suficientemente ajustadas como para que la voz no sufra ante un papel de estas dimensiones. Eso fue en 2006 y aunque por el momento no se plantea volver a cantarlo, considera que el personaje le marcó “por su profundidad, por su pureza, por su planteamiento filosófico”. Otro de sus papeles wagnerianos llegó ese mismo año, el del primer Stolzing en Die Meistersinger (en Edimburgo, en versión de concierto), hasta que el pasado mes de julio incorporara, esta vez en Múnich, el protagonista de Lohengrin, que ha vuelto a revisar en octubre y que retomará en mayo del año próximo. “Es uno de los papeles más líricos de Wagner, por lo que me va muy bien”, con toda la italianidad que este personaje conlleva en su canto. Pero le entusiasma Siegmund, “casi un baritenor”, apunta, del que incluye una escena en su disco de arias alemanas. “En muchas cartas Wagner dejó escrito que quería cantantes que pudieran cantar legato y con técnica italiana. Compuso maravillosamente para la voz, pero te tienes que aproximar a su música con toda la técnica y estilo del mejor bel canto”. En todo caso tiene claro que para escucharlo como Siegfried, Tristan o Tannhäuser habrá que esperar muchos años. Lo que ya es una realidad es que Kaufmann aparece como la gran esperanza en el relevo generacional en este repertorio. “Nunca soñé con llegar a cantar papeles wagnerianos por sus dimensiones, en cambio siempre tuve muy cerca de mi vocalidad a Tamino, ya que La flauta mágica es para mí como música popular”, apunta. Uno de sus grandes ídolos es Fritz Wunderlich y, como decía el gran cantante germano prematuramente desaparecido, “una vez que controlas la voz completamente puedes involucrarte emocionalmente en la interpretación, sintiendo de verdad”.

Consultado acerca de si se considera en un futuro como auténtico Heldentenor – ahora que ya ha cantado el más lírico Lohengrin y hasta, como se ha dicho, Parsifal – el intérprete cree que en cuanto al repertorio wagneriano “sólo el tiempo lo dirá; a medida que maduramos vamos viendo si nuestros deseos y decisiones son los correctos, pero lo cierto es que continuaré también en la línea de debutar papeles wagnerianos. Comencé incorporando David y Walther de Tannhäuser, en 2006 canté por primera vez Parsifal y una versión de concierto con el Walther de Meistersinger. Mi primer Siegmund de Walküre llegará en 2011, seguido de Meistersinger, ya en escena. El resto de papeles que tengo como objetivo son Siegfried, Tannhäuser y Tristan. Llegarán también, eso seguro, pero están más adelante en mi agenda, y bastante lejos”.

Otros repertorios
Pero Kaufmann no sólo canta repertorio germano: además de muchos papeles verdianos – tan variados como Alfredo, Fenton, el Duque de Mantua o Don Carlo -, también le fascina el repertorio francés, habiendo saboreado Faust, Romeo o Don José. Ha flirteado con Puccini incorporando a Mario Cavaradossi, Rodolfo, Pinkerton, Ruggero y Des Grieux, sin olvidar su legado mozartiano que va más allá del citado Tamino, adentrándose en las personalidades de Tito, Don Ottavio e Idomeneo.
Como se ha dicho, su debut en España fue en noviembre de 2004 interpretando una de sus obras favoritas, el ciclo de canciones La bella molinera, de Franz Schubert (en julio de 2005 cantó la Missa Solemnis de Beethoven en el Gran Teatro del Liceu barcelonés). El repertorio liederístico es uno de sus preferidos, y por eso está tan orgulloso de que su molinera pueda escucharse ahora en todo el mundo gracias al disco que presentará este mes, en el que figura junto a todo un experto en la materia, el pianista Helmut Deutsch. “Lo he querido granar antes de que sea demasiado tarde”, apunta: “junto con el Dichterliebe de Schumann creo que la Molinera exige una voz joven, la voz de un espíritu joven”. En todo caso, tiene claro el tono de la obra: “Desde el comienzo posee un todo fundamentalmente depresivo. Desde el principio de la historia yo siento que ya se puede intuir cómo acabará”.

Su agenda es de vértigo. Con tres funciones de la Messa da Requiem en La Scala de Milán – con una premiere de gala en la Salle Pleyel parisina y con Daniel Barenboim a la batuta-, Kaufmann salta de inmediato a la ópera en diciembre para dar vida a Don José, siempre dirigido por Barenboim en la inauguración de la temporada de La Scala. En enero incorporará a su repertorio otro de los hitos del repertorio francés, el Werther de Massenet (y nada menos que en la Opéra de Paris) para retomar ya en febrero (y junto a la soprano española Isabel Rey) la ópera de Humperdinck Königskinder. Más adelante le esperan otro Requiem de Verdi en Salzburgo, Tosca y Carmen en el Metropolitan de Nueva York (abril, junto a la ex señora Alagna, Angela Gheorghiu), una gira de conciertos por Alemania (Incluyendo la Berlin Philharmonie) y nuevamente Carmen y Tosca, esta vez en Múnich (junio-julio). En agosto cumplirá uno de sus sueños: debutar Lohengrin nada menos que en el Festival de Bayreuth. Con una agenda como ésta en teatros a ambos lados del Atlántico es difícil comprender la cantidad de discografía que va acumulando, en estos momentos siempre con el sello de lo alemán. El tenor aclara a Ópera Actual: “Siempre toma tiempo producir un CD o un DVD, pero en algunos casos la cosa va más rápida. Mi Molinera, por ejemplo, fue grabada en vivo a finales del pasado mes de julio, de esta manera ha podido salir a la venta en algo más de dos meses. Pero lo que menciona respecto de mi año alemán no es una coincidencia: así es como quiero que sea mi 2009. Y creo que esto tiene su valor, porque incluso producciones que no son de estudio como este álbum de Schubert dan la oportunidad a este tipo de obras de ser conocidas por una amplia cantidad de público”.

Además de esa actuación en la Schubertíada de Barcelona y de su fugaz paso por el Liceu, sus actuaciones en España son poquísimas. “Desafortunadamente he hecho pocas cosas más en ese país, que me encanta, y eso que nombre es casi todo lo que he cantado allí. También hubo unos conciertos con La canción de la tierra, de Mahler, en Salamanca en 2005 y después dos recitales en Canarias a comienzos de 2007. Tuve en mi agenda unas funciones de Fidelio en Madrid el año pasado, pero las tuve que cancelar. Una pena, pero nada más. Pero prometo volver otra vez”.

La música de hoy
Como se ha podido deducir de lo expuesto, la mayor parte del actual repertorio de este tenor fascinante es básicamente romántico, pero también ha incursionado en lo contemporáneo. Incluso grabó la obra de Schoenberg Die Jakobsleiter. “En mis primeros años de carrera participé en varios estrenos absolutos de nuevas óperas – comenta - , pero el problema es que pones muchísima energía y esfuerzo en ese tipo de proyectos aprendiendo e interpretando papeles la mayoría muy difíciles, pero puedo asegurar que por mucho que quieras volver a cantarlos es difícil que se produzca una segunda oportunidad. Estoy seguro de que hay una cantidad considerable de obras que podrían tener una vida posterior a su estreno, pero sólo si se dan a conocer con los mejores cantantes posibles; así se pueden reconocer y decidir las auténticas cualidades de una obra nueva. Pero mi lista de óperas hermosas de todos los tiempos es demasiado larga; si pienso en todo lo que me gustaría llegar a cantar, el paso del tiempo se está convirtiendo más y más en un aspecto importante en mi vida”.

Al escuchar cantar a este intérprete salta al oído un timbre oscuro, casi baritonal, alejado definitivamente del color de voz del típico tenor. Esta cualidad que lo diferencia de otros colegas de su cuerda; incluso hace pensar en una técnica de emisión especial. Al preguntársele si esas coloraciones que consigue son naturales o aprendidas, se apresura a aclarar que “según mis conocimientos, sería un gran error tratar de aprender para tu voz un sonido diferente del que le es natural. Este es el paso más importante que debe dar un cantante en el sentido de consolidar un instrumento vocal sólido, estable y que pueda durar en el tiempo: pero hay que encauzar el aprendizaje hacia la búsqueda de tu color individual, pero siendo natural. Como resultado de este proceso está una voz en la que tú puedes confiar y contar incluso bajo presión. Esto ayuda a que te relajes cuando estás cantando tenso o nervioso. Si se ha hecho un buen trabajo técnico, tu voz puede también ampliar su tesitura, su rango. Cuando tenía 25 años yo abarcaba menos de dos octavas; ahora llego a tres”.

La industria de la ópera sabe que en la actualidad el apoyo del marketing y la imagen es fundamental. Y cuando un cantante cuenta con una discográfica que lo respalda, se solucionan mucho problemas en este sentido. Respecto de este punto, Jonas Kaufmann, reconoce que ha tenido mucha suerte, porque en la ópera la imagen también es un aspecto a considerar: “Me parece que el aspecto físico en la ópera tiene cada vez una mayor importancia Creo que todo esto es el resultado de una carencia de fantasía por parte de ciertos públicos debido al impacto que tienen en nuestra cultura los medios audiovisuales, la televisión, el cine, los juegos de ordenador, internet… Me refiero a una fantasía poderosa, imbatible ante cualquier realidad. Como cualquier libro, la ópera nos introduce en una historia de la mano del canto, de un vestuario, de una escenografía, como marco para construir un espectáculo con una música fantástica que es la que nos inspira esta fantasía, imposible de crear si no existieran todos estos aspectos del lenguaje operístico. Es vivir un sueño. Hoy necesitamos del apoyo de más y más imágenes lo más parecidas posible a la realidad para que nuestros cerebros puedan encontrar esa sensación de satisfacción en una función de ópera, precisamente por causa de este mundo audiovisual en el que vivimos. Y así estamos, buscando más en una ópera una pareja de ensueño que voces de ensueño…”.






 
 
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