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el Periodico, 07/03/2018 |
Marta Cervera |
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Jonas Kaufmann, el divo del XXI
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El tenor alemán debuta por fin con una ópera en el Liceu como protagonista de 'Andrea Chénier', con Sondra Radvanosky y Carlos Álvarez |
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El aclamado tenor alemán Jonas Kaufmann ofrece el viernes en el Liceu su
primera ópera en España con 'Andrea Chénier', de Umberto Giordano. En su
encuentro con la prensa transmitió buena onda. Sin divismo alguno, se
explayó en las respuestas y no evitó ninguna pregunta ya fuera sobre el
'procés' en Catalunya, su visión -bastante negativa, por cierto- de la ópera
contemporánea o de la huelga feminista de este jueves, que apoya al cien por
cien.
Destacar que su altísimo caché está en sintonía con la venta
de entradas para las tres funciones que cantará, prácticamente agotadas.
Todas estaban fuera de abono, con un precio promedio de 180 euros.
Andrea Chénier, personaje que encarna, se inspira en una figura real de un
poeta que vivió entre 1762 y 1894 y denunció tanto el poder de la monarquía
absoluta de Luis XVI como, tras el advenimiento de la Revolución, la falta
de humanidad y justicia en la época del Gran Terror de Robespierre. Kaufmann
evitó comparar aquel periodo con las turbulencias de la Catalunya actual,
pero reconoció estar preocupado. "Espero que nadie se tome el tema de la
revolución al pie de la letra. La guillotina es algo del pasado y pese al
ansia de lucha del ser humano, en el siglo XXI hay que negociar para hallar
soluciones". Adviertió de otros frentes abiertos en Europa con los problemas
económicos o el trato a los refugiados. "Muchos temen que se encienda un
fuego que acabe destruyendo la idea de Europa. No conozco suficiente el tema
catalán. Pero en el Reino Unido hubo una votación y ahora el país se está
desmontando. Es importante calibrar las consecuencias económicas cuando se
toman decisiones. Si Catalunya quedara aislada, quizá la situación sería
peor a la actual".
Le encanta el personaje de Chénier. "Si no canto
más esta ópera es porque se programa poco, incluso en Francia, porque
requiere un sólido reparto", destacó Kaufmann. En este sentido alabó la
calidad de sus colegas en el Liceu, la soprano estadounidense Sondra
Radvanovsky, que debuta en el rol de Maddalena, y el barítono malagueño
Carlos Álvarez, así como la fidelidad historicista de esta producción de la
Royal Opera House de Londres con puesta en escena de David McVicar y
dirección musical de Pinchas Steinberg. "Es una obra maravillosa y más con
este reparto fantástico. Las voz de Sondra y la mía encajan muy bien, y
Carlos Álvarez ha sido todo un descubrimiento".
Emoción, la justa
Versátil, Kaufmann ha interpretado estilos muy diversos pero se declara fan
de esta ópera verista donde interpreta cuatro arias, tres duos y algunas
escenas más. "El reto en ella es no dejar que te superen las emociones. Hay
ira, tristeza y pasión pero no debes exagerar. Has de dosificarte, sin que
se note, porque hay notas muy altas y emociones intensas. En una ópera
verista has de dar siempre el 110% pero para que tus sentimientos lleguen
has de vivir y disfrutar la música".
Considera "inaceptable" no haber
interpretado una ópera en España antes pero lo justifica aludiendo a su
apretada agenda y a la necesidad de actuar en determinados lugares para
hacer carrera. "Los escenarios internacionales clave son el Met, el Covent
Garden, la Ópera de París, la de Viena y la Scala de Milan. Me dicen que
siendo alemán debería cantar más en Berlín, pero creo que Múnich está ahora
en el 'top' alemán", afirma el cantante bávaro, nacido allí.
Kaufmann
busca siempre nuevos retos, aunque no se imagina emulando a Plácido Domingo
e iniciar una segunda carrera como barítono en el futuro. Pero, por si
acaso, dijo: "Nunca puedes decir de este agua no beberé". Y lo mismo
contestó preguntado por la posibilidad de reformular la idea de 'Los tres
tenores'.
"Necesito hacer cosas nuevas, no cantar siempre lo mismo.
Para mí la música algo vivo: necesita pasión y sentimiento. Por eso en cada
actuación parto de cero. Cuando experimentas las cosas y las expresas con
sinceridad a través de tu voz conectas con el público de forma natural".
No tiene receta para el éxito alguna aunque admite que "mantenerse en el
top cuesta más que llegar". A sus 48 años intenta cuidarse al máximo.
"Necesito cierta disciplina: dormir, comida sana, no demasiado alcohol,
mucho agua y ejercicio físico, con yoga o deporte". Y, aunque conoce a
muchos cantantes que ejercen de divos, él nunca ha entendido esa actitud.
"No veo la necesidad de ser mala persona o criticar a otros. En la vida todo
vuelve".
Nada contemporáneo Con igual claridad mostró su falta de
empatía con la ópera contemporánea. Aunque empezó excusandose con la falta
de tiempo para explicar su nula participación en la música de su época acabó
reconociendo: "No entiendo la ópera moderna". Para él no hay comparación
posible entre el embrujo de las óperas del pasado y las actuales. "Somos
defensores de una antigua forma de arte. Es interesante que haya estrenos,
cierto, pero salvo contadas excepciones las óperas creadas tras segunda
guerra mundial han sido excesivamente complejas, sofisticadas y
especializadas para el público medio".
Recordó que a la gente le
gusta salir del teatro cantando alguna melodía. "A la ópera moderna le falta
el entretenimiento, la pasión". En su opinión es una lástima que los
compositores "teman no ser suficientemente sofisticados, complejos o les de
miedo ser acusados de copiar, cuando eso ha ocurrido siempre como saben los
musicólogos". Y, a sin miedo a la polémica, añadió: "Las óperas modernas son
una pesadilla para todo el mundo. Además, el público sale desesperado."
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