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Diario de Sevilla, 13.10.2013 |
Pablo J. Vayón |
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El Verdi tenebrista de Barenboim
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Del
frustrado intento de componer un Réquiem colectivo a la muerte
de Rossini en 1868, Verdi conservó la que iba a ser su
contribución al proyecto, un Libera me, y cuando en mayo de 1873
falleció el poeta Alessandro Manzoni, tomó la resolución de
escribir a partir de él una Misa de difuntos en su honor, que se
estrenó justo en el primer aniversario de la muerte del
homenajeado. La obra, escrita para cuatro solistas, coro y
orquesta, es grandiosa, y para muchos, reflejo del agnosticismo
de su autor, por sus giros vocales operísticos y su
arrebatada fuerza dramática, entendida como un grito de rabia y
rebeldía contra la muerte.
Es justo este dramatismo
el que se enseñorea de la interpretación que Daniel Barenboim
grabó en vivo en la Scala de Milán a finales de agosto de
2012 con los conjuntos estables del teatro y un cuarteto solista
de grandes estrellas de la ópera (Anja Harteros, Elina
Garança, Jonas Kaufmann y René Pape). Barenboim cuida el
acompañamiento de arias, dúos, tríos y concertantes de unos
solistas que entienden a la perfección el compromiso entre la
escritura lírica del compositor y sus inquietudes
espirituales, pero es en los números corales donde el maestro
bonaerense aprovecha para enfatizar el carácter intenso y
perturbador de la partitura, alcanzando en el Dies Irae una
terribilità impactante. El canto resulta esencial en
cualquier obra de Verdi, y eso no puede ser obviado por ningún
interprete, pero Barenboim hace compatible la vena melódica
con una profundización en la dimensión sinfónica mediante un
detallado y equilibrado tratamiento de la polifonía
instrumental, lo que termina por redondear un Réquiem que, sin
renunciar nunca a la atmósfera tenebrista, se enriquece con
una amplísima paleta de timbres. Existe versión audiovisual (DVD
/ BluRay) que no he visto. |
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