docenotas, 26/08/2014
Jorge Fernández Guerra
 
Una versión de Ariadne auf Naxos estimulante
La ópera en DVD ha pasado por numerosos ciclos y baches. De hecho, con la caída de los sellos grandes parecía que se había convertido en un mercado menor, liberado a sellos pequeños e iniciativas de aluvión.

Por ello, resulta muy estimulante constatar que un sello grande, Sony Classical, se reengancha de nuevo, lo que permite la llegada a los puntos de venta de producciones importantes, cuidadas y, especialmente para el aficionado español, que lleguen con nuestro idioma incorporado a la lista de lenguas subtituladas.

Nos interesa ahora mencionar una producción que llega del Festival de Salzburgo de hace dos años y que alcanzó una notable curiosidad. Se trata de Ariadne auf Naxos (Hofmannsthal/Strauss) en lo que se denominó la primera versión, y digo denominó porque hay controversias sobre ello, veamos la historia.

Ariadne auf Naxos se estrenó en 1912 con una propuesta que dejó descontentos a casi todos. Se trataba de una iniciativa de Hugo von Hofmannsthal tras el éxito de El Caballero de la rosa que Richard Strauss aceptó a regañadientes. En origen, Hofmannsthal propuso una ópera corta sobre el tradicional tema del abandono de Ariadne por parte de Teseo, esa ópera corta (se hablaba de media hora) supondría el colofón de una representación teatral de El burgués gentilhombre, de Moliere, que la compañía de Max Reinhardt preparaba en adaptación del propio Hofmannsthal. Según cuentan las crónicas, el resultado fue muy cuestionado: había que juntar una excelente compañía teatral con otra operística, ya que Strauss no se ajustó a la media hora y amplió su Ariadna hasta los tres cuartos de hora. Luego estaban las cuestiones estilísticas, los equilibrios, las inercias del público… Pero lo chocante es que mentes tan lúcidas como el citado Reinhardt tampoco se mostraron muy convencidas.

De la primera a la segunda versión

El caso es que Hofmannsthal mismo propuso al compositor una segunda versión que se estreno en 1916 y que es la que se ha escuchado tradicionalmente. En ella, la trama del burgués se sustituye por un notable vienés que prepara una fiesta en la que se representará la citada ópera. Entre los elementos interesantes de esta versión se cuenta que personajes como el compositor se convirtieron en una de las creaciones líricas más interesantes de Strauss que, además, adjudicó el papel a una mujer que hace de hombre, con referencias a su propio Octavian o el clásico Cherubino mozartiano.

El éxito de la segunda versión, así como su equilibrio de estilo, ahora era ya una ópera toda ella, su duración, etc., la convirtieron en una de las más célebres del dúo de creadores.

Pero, claro, 2012 era el centenario de la primera versión que es casi desconocida y Salzburgo debía algo a su célebre trío de fundadores, Strauss, Hofmannsthal y Reinhardt. Así que se lanzó a un montaje. Ahora bien, la propuesta original, El burgués gentilhombre completo y Ariadne auf Naxos como colofón sigue siendo un problema. Habría que representar todo (con una duración muy notable) sin ganar apenas nada con ello. Después de todo, El burgués gentilhombre original es una pieza suficientemente conocida. ¿Qué se añaden una a la otra para la gente de nuestros días?

Los problemas de la primera versión

Puestas así las cosas, el festival de festivales salió por la vía de en medio, propuso al director escénico Sven-Eric Bechtolf la resolución del enredo y de ello salió esta producción. Una producción que se anuncia como la primera versión sin más en la que se representa El burgués gentilhombre seguido de Ariadne auf Naxos.

Digámoslo de entrada, la versión Bechtolf es un ajuste de la primera versión, un ajuste que algunos puristas no han dudado en definir como una tercera versión con lo que parece producirse una controversia algo doctrinal, ya que si las dos primeras son de sus autores, esta tercera no lo es. Pero los pragmáticos dirán, no sin razón, que la primera tal cual es poco realista en un escenario de nuestros días.

Así que veamos cómo se las apaña Bechtolf con esta producción. Lo primero que hace este dramaturgo alemán es añadir un tercer círculo narrativo a la historia, la ópera u óperas que se integran dentro de la historia del mecenas; llámese Jourdain (como en Moliere) o el adinerado burgués vienés de la segunda versión; serán ahora contadas por un poeta llamado Hugo von Hofmansthal, nada menos, y están contadas a la duquesa Ottonie que está triste tras un abandono amoroso. La red narrativa es amplia, ya que Ottonie va vestida exactamente igual que Ariadne.

En suma, es ópera dentro del teatro, pero a su vez, todo ello dentro de otra narración; muy hofmansthaliano. Por su parte, El burgués gentilhombre está convenientemente jibarizado para que todo el prólogo no pase de hora y pico, como la ópera.

¿Qué queda del original? Que casi todo el prólogo, pero solo casi, es El burgues gentilhombre sucintamente contado, que esta parte es prácticamente teatral y que las leves interrupciones de los personajes del prólogo en la ópera posterior se mantienen, lo que en la segunda versión había desaparecido.

El resultado

¿Es interesante esta operación? Para mí sí, aunque ha habido división de opiniones. Creo que queda un espectáculo limpio, factible y cargado de respeto a los autores originales, especialmente hacia Hofmansthal, que al aparecer él mismo como protagonista parece mover los hilos con la eficacia de Próspero en La Tempestad shakespeareana y con la elegancia vienesa que este poeta derramaba a chorros. En el debe de esta operación cabe lamentar que los roles cantados del prólogo de la segunda versión aquí desaparecen, lo que afecta a algunos como el compositor. Pero para este problema no hay solución si se apuesta por la base de la primera versión.

De todos modos, al margen de la apreciación respecto al trabajo de Bechtolf, esta producción es una pieza básica para conocer la intrahistoria de esta admirable ópera. De hecho, las producciones de la primera versión son rarísimas, incluso en grabación. Yo confieso no conocer ninguna. Así que esta es pieza muy codiciada.

Habría que añadir los aspectos artísticos. La Filarmónica de Viena, dirigida por Daniel Harding son un activo formidable, aunque también han recibido algún rasponazo de la crítica. La puesta en escena es limpia y se paladea como el buen teatro, con una iluminación que el vídeo agradece enormemente y una visualidad siempre bien comprendida desde el molesto ojo de una cámara.

Y queda el reparto que ya tuvo su bautismo crítico en el Festival de Salzburgo de 2012. Ariadne está cantada por la soprano americana Emily Magee, muy bien encarnada aunque la crítica le hizo algún mohín. Yo, como no soy crítico, no se lo hago, me ha gustado aunque su voz queda oscura a veces, añadamos que es un papel vocal muy difícil, que exige calidades de mezzo y de soprano lírica casi sin solución de continuidad.

Zerbinetta, a cargo de Elena Mosuc, fue la gran triunfadora en la presentación salzburguesa, esta soprano rumano-suiza hace maravillas, la verdad sea dicha, con las diabólicas vocalizaciones de este personaje de alto brillo.

Y, por último, “last but not least”, el tenor alemán Jonas Kaufmann. Su papel como Baco está al nivel que se espera de un buen profesional, su presencia física, algo envarada, queda magnificada por un porte que tiene mucho que ver con el éxito fenomenal que tiene este “metrotenor” (según afortunada expresión de Ovidi de Cardona en estas mismas páginas). Y es que, Kaufmann se ha convertido en un fenómeno, el lanzamiento reciente más espectacular del panorama lírico internacional. Teniendo en cuenta que su voz algo nasal y algún otro manierismo de su expresión no da para ese despliegue, uno no puede más que quedar anonadado del marketing que le acompaña. Así, por ejemplo, su personaje, que no pasa de quince o veinte minutos, los finales de la ópera, aconsejaría prudencia en el cartel. Pero aparece como el primer nombre en el DVD. En fin…, tampoco desentona, es un buen profesional, guapo (pese al horrible traje de leopardo a lo Freddy Mercury), y vende bien su rol de héroe wagneriano, adorable pero bobo.

En todo caso, detalles aparte, esta grabación me parece una pieza insustituible y una magnífica baza para relanzar el moribundo mercado de óperas en DVD.
 






 
 
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