pro ópera, 7/8 2016
Por Ingrid Haas
 
 
Aida (Verdi)
Según Operadis (http://www.operadis-opera-discography.org.uk), desde el año 2009 no se hacía una grabación de la ópera Aida de Giuseppe Verdi, y muchos puristas han alegado en varias ocasiones que ya existen grabaciones emblemáticas de dicha ópera y que hoy en día no hay cantantes que puedan competir con dichos registros.

La grabación que nos ocupa, realizada el año pasado en Roma, prueba lo contrario y nos ofrece un elenco sólido de grandes cantantes que demuestran que hoy en día se puede hacer esta ópera con gran calidad vocal e interpretativa. El proyecto de hacer esta grabación en una época en que es muy escaso el registro en CD de una ópera completa llamó la atención de la prensa internacional, sobre todo por el elenco. Aunado a esto, la participación del director Antonio Pappano, al frente de la orquesta y el coro de la Academia de Santa Cecilia de Roma, creó una expectación aún mayor.

En los roles principales, la soprano Anja Harteros (Aida), el tenor Jonas Kaufmann (Radamès) y el barítono Ludovic Tézier (Amonasro) cantaban por primera vez estos papeles en dicha grabación. Dada la importancia del proyecto, se realizó una semana de ensayo con los cantantes y la orquesta, además de una representación en concierto, de la cual se realizó este registro auditivo.

Harteros y Kaufmann han participado juntos en varias óperas de Verdi: Il trovatore, La forza del destino y Don Carlo. En ésta, su cuarta colaboración en una ópera verdiana, se encuentran en plenitud vocal. La Aida de Harteros es de carácter lírico y, aunque hay pasajes del registro agudo en los cuales se escucha que su voz se adelgaza un poco, sale victoriosa con una interpretación llena de matices que reflejan tanto la fragilidad como la fortaleza de la princesa etíope. Sus piani son exquisitos, tiene un fraseo bellísimo, sobre todo en su aria ‘Ritorna vincitor’ y en ‘O patria mia’, donde podemos disfrutar de la gran extensión y riqueza de armónicos de su voz.

Radamès le queda como anillo al dedo a la voz de Kaufmann, quien desde el principio muestra estar cómodo con la tesitura del papel. Su ‘Celeste Aida’ lo canta más como un aria de amor que como un canto guerrero, terminándola con un delicado filado en la frase ‘...un trono vicino al sol’. Sus duetos con Harteros en ‘Pur ti riveggo, mia dolce Aida’ y con Ekaterina Semenchuk en ‘Già il sacerdtori adunansi’ son dos de los momentos más hermosos de esta grabación.

La mezzosoprano rusa se perfila como una de las sucesoras de su compatriota Olga Borodina en el rol de Amneris. En esta grabación escuchamos cómo su oscuro timbre brilla de igual manera en el registro agudo como en el centro. Sus graves son redondos y le da la fuerza necesaria a su interpretación para contrastar con la frágil Aida de Harteros, sobre todo en su dueto ‘Fu la sorte dell’armi a’tuoi funesta’.

Por su parte, Tézier es uno de los grandes barítonos verdianos de hoy en día y canta con aplomo e intensidad el rol de Amonasro. Recuerda mucho a la manera en que Ettore Bastianini cantaba Verdi: con una línea de canto impecable, timbre oscuro y agudos con squillo. Es un lujo contar con el bajo-barítono uruguayo Erwin Schrott como Ramfis —la ocasión lo amerita— quien canta con estilo y elegancia este corto rol, pero no por ello menos importante en la trama.

Mención especial merecen Antonio Pappano y su excelente trabajo musical al frente de la Orquesta y Coro de la Academia de Santa Cecilia de Roma. La riqueza sonora de ambas agrupaciones es impecable y Pappano sabe sacar de sus músicos no sólo la parte técnica y estilística sino también cierta sensación de que la orquesta “canta” con los intérpretes. Sus tempi fluyen perfectamente y ayuda al lucimiento de los intérpretes sin perder la intensidad o la seriedad del momento musical. Tanto en los pasajes de gran majestuosidad musical (escena 2 del acto II) como en aquellos de intimidad e introspección (arias de Aida, aria de Radamés, escena 2 del acto IV), la orquesta da una atmósfera a cada escena; no es un mero acompañamiento, sino el trasfondo emocional dentro de la música de cada escena. Esto logra la fina lectura de Pappano en esta grabación.






 
 
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