ABC, 05/08/2014
PABLO MELÉNDEZ-HADDAD
 
Konzert, Peralada, 3. August 2014
 
Jonas Kaufmann, el tenor del Momento, conquista Perelada
La actuación del tenor alemán sembró el delirio en el Auditorio Parc del Castell
 

Era una de las actuaciones más esperadas en esta 28ª edición del Festival de Perelada, y su reciente cancelación por enfermedad en Múnich había hecho disparar todas las alarmas los días previos, pero se trató de una falsa alarma: Jonas Kaufmann, pletórico, grandioso, espectacular, compareció para enloquecer a un público fiel y atento que llenaba hasta la bandera el Auditorio Parc del Castell, esta vez además con visitantes venidos desde diversos puntos de dentro y fuera de España.

El llamado «tenor del momento» volvió a conseguir lo que lograra hace dos ediciones en Perelada: el delirio, conquistar con su gran talento puesto al servicio de un repertorio tremendamente exigente, porque Kaufmann viajó la noche del domingo de Verdi a Wagner sin arrugarse, con una única parada en Massenet. Su Manrico llegó cargado de acentos románticos, lo mismo que su Don Álvaro, ambos enfoques coronados por detalles que pueden gustar más o menos –como esos pianísimos artificiosos–, pero sobre todo con una entrega absoluta que lo distingue.

El cantante alemán marca la diferencia al darlo todo en el escenario, sin miedo, arriesgando, llevando el repertorio a sus propios límites y pintándolo con su color tan personal, envolviendo cada aria en un manto marca de la casa. Entre vítores, Kaufmann despidió la primera parte con un Cid portentoso, pero después del descanso aparecieron sus Siegmund y Parsifal legendarios: sin duda se encontraba en su ambiente natural. El cantante, en este repertorio es sencillamente insuperable. ¿El mejor del momento? En estos dos roles, sí, sin duda alguna.

El matiz, siempre wagneriano, llegó con dos de los «Wesendonk Lieder» dichos de forma magistral, con un «Träume» emotivo hasta las lágrimas, pleno de sutilezas. Como propinas ofreció una espectacular «Donna non vidi mai», reivindicando a Puccini, y un «Lamento de Federico», de Cilèa, todo poderío, arias a las que se unieron, ya visiblemente agotado aunque vocalmente impecable, dos momentos de operetas de Lehár.

La Orquestra de Cadaqués -esta vez reforzada por profesores de la OBC-pareció ahora mucho más entregada bajo la batuta de Jochen Rieder que la noche inaugural, ofreciendo una prestación muy convincente, sobre todo en las obras de Wagner.

Con las máximas autoridades de la Generalitat en el palco de honor y con un público enloquecido, Kaufmann selló una de esas noches que quedan para el recuerdo.









 






 
 
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