Mundoclasico
Enrique Sacau
Verdi: La Traviata, Londres, 20/01/2008
Excelente vino todavía sin etiquetar
Con el título Hitting the Spot: Pricing and the Brain, la sección de Ciencia y Tecnología de The Economist publicaba el 18 de enero un artículo en el que se explicaba la directa relación entre pagar precios altos por las cosas y disfrutarlas más. “La gente”, afirma el artículo, “no sólo dice que disfruta más de las cosas caras que de las baratas. En realidad las disfruta más”. El semanario apoya esta afirmación mencionando trabajos académicos que han estudiado la actividad cerebral de un grupo de individuos mientras probaban vinos. Los resultados muestran que estos disfrutaban más del mismo vino cuando se les decía que era más caro (y por tanto, pensaban, mejor). De acuerdo con los científicos responsables de estos experimentos, hay dos posibles explicaciones: la primera está relacionada con estrategias de supervivencia y la segunda con el deseo de los sujetos de mejorar su apreciación social. En esta crítica me referiré a la segunda.

El jueves 17 de enero, cuando llegaron a Royal Opera, los espectadores recibieron malas noticias: la diva internacional Anna Netrebko sufría una bronquitis que le impedía cantar. La soprano albanesa Ermonela Jaho había volado desde Nueva York de la noche a la mañana para sustituirla. Una acomodadora me contó el domingo que algunos espectadores estaban realmente enfadados y que bastantes se fueron antes de que comenzase la opera. Yo llegué a la segunda función cantada por Jaho sabiendo que Netrebko había cancelado y ese fue también el caso de la mayoría, por lo que no hubo deserciones. Ante un teatro lleno a rebosar Jaho cantó uno de los papeles más exigentes de la historia de la opera: Violetta Valéry.

La receta del éxito de Jaho tiene dos ingredientes. Primero, como cantante cuenta con todas las virtudes necesarias para 'Violetta'. Su voz es suficientemente ligera como para servir con facilidad la coloratura del primer acto. Es cierto que no tiene trinos y que evita cantar el Mi al final de la stretta, pero ese ha sido también el caso de algunas de las más grandes sopranos en este papel y aún así han sido alabadas. Por otra parte, el color de su voz es lo suficientemente oscuro como para sonar convincente tanto en el lírico acto segundo como el el dramático acto tercero. Sus agudos en pianissimo, largas frases en legato y su savoir dire la convierten en una 'Violetta' extraordinariamente emocionante. Segundo, como actriz es igualmente digna de alabanza. Me esfuerzo por entender cómo fue capaz de aprenderse todos los movimientos de esta producción sin apenas tiempo e imagino lo que podría haber sido si hubiese dispuesto del tiempo necesario para ensayar. En fin, Jaho es una de las mejores 'Violettas' que he visto; espero que tenga la oportunidad de cantar este papel en los teatros más importantes.

La ovación que recibió al final de su actuación, sin embargo, no le hizo justicia y no se pudo comparar con la que se llevó Netrebko al final de su única función. Según Tim Ashley, que escribió la crítica de Netrebko para The Guardian, “la cautivada audiencia… celebró cada acto con una merecida ovación en pie”. Como quiera que la interpretación de Netrebko haya podido ser espectacular, Jaho no pudo quedarse muy corta. Si no recibió una ovación más larga fue probablemente por no ser conocida en Londres. Imaginando que su cachet sería inferior al de Netrebko, la audiencia la juzgó con menos interés. Espero que esta crítica (y también otras) contribuyan a etiquetar a esta cantante excepcional.

Consagrados como divos internacionales, Jonas Kaufmann y Dmitri Hvorostovsky no decepcionaron. Como es habitual, el primero ofreció mucha pasión e hizo que 'Alfredo' pareciese un poco menos repelente gracias a que Kaufmann incidió en el lado vulnerable del personaje, que es tan víctima de su estupidez como 'Violetta'. Creo que es mi tenor lírico favorito, aunque su timbre oscuro quizás le permita cantar papeles más pesados en el futuro. Cantando 'Germont', el segundo ofreció su habitual dosis de hieratismo, suavizada esta vez por una voz que sonó más ligera, brillante y sedosa de lo usual. Su meticulosamente fraseada “Di Provenza” le granjeó una de las mejores ovaciones de la noche.

El incuestionable éxito del elenco vocal apenas tuvo contrapartida en el director Maurizio Benini. Dejó hacer a los cantantes, que es lo correcto, pero no dejó que la orquesta jugase su necesario papel dramático. Creo que el problema fue que resultó demasiado relamido. Hubo demasiado detalle y pathos en los actos primero y segundo (algo patente en los mortecinos tempi que elegió) y al final no quedaba ya tensión en el tristísimo acto tercero. La conmovedora producción de Richard Eyre está envejeciendo con gran dignidad y fue repuesta con acierto por Patrick Young. El nuevo vestuario del coro ha ayudado a actualizarla. Y ahora una petición: ¡que vuelva Jaho muy pronto!






 
 
  www.jkaufmann.info back top