El Mercurio, 7 DE SEPTIEMBRE DE 2013
POR JUAN ANTONIO MUÑOZ H.
 
El esperado encuentro de Jonas Kaufmann con Verdi
 
El álbum Wagner-Decca de Jonas Kaufmann acaba de ganar el Gramophone Award 2013, proponiendo un nuevo estándar de calidad a los recitales líricos: altísimo nivel musical, aporte interpretativo y novedad, expresada allí en la versión original de la despedida de “Lohengrin” y en el ciclo “Wesendonck Lieder” esta vez en voz de tenor. El artista alemán inicia ahora su carrera en una nueva casa discográfica, Sony, y escoge para esta partida un tributo a Giuseppe Verdi, compositor del que se celebra el bicentenario y que vive en el centro del centro del corazón —como Horacio en el corazón de Hamlet— de los aficionados a la ópera.

Un compositor magnífico que se siente genial, vibrante y desigual en títulos como “Nabucco” o “I Lombardi”; que alcanza cimas en Rigoletto”, “La Traviata”, “Un Baile de Máscaras” y “Otello”, y que hasta se vuelve intelectual y preciosista en “Falstaff”. El barítono Leo Nucci, hablando sobre el músico de Roncole, dijo a “El Mercurio” en 1995 que “el día que ya no canten más Giuseppe Giacomini, Nicola Martinucci y Lando Bartolini, esto se acabó. Creo que la tradición italiana con esas voces está terminada, porque Pavarotti canta todo, pero no es un cantante, es un personaje que está mas allá del mundo de la ópera”.

En cierta medida, su lóbrega profecía se ha cumplido, al punto que La Scala abre el próximo 7 de diciembre con una “Traviata” a cargo de una soprano alemana, Diama Damrau, y un tenor polaco, Piotr Beczala. Extraordinarios ambos, ¿pero verdianos? El propio Beczala decía en 2012: “Los papeles de Verdi para tenores son complicados, al igual que musicalmente complejos. Los ‘papeles de Verdi para bebés’, como Alfredo o el Duque, que son los que yo hago, son la introducción a los roles ‘adultos’ como Gustavo, Don Carlo, Manrico, Radamés o, al final de la fila, ¡Otello!”. Damrau, educada en Mozart y Haendel, llegó a cantar una estupenda Gilda (“Rigoletto”) y es una aplaudida Violetta Valery, pero cuesta pensar en ella para otras grandes heroínas verdianas.

Jonas Kaufmann (1969), después de una carrera iniciada en 1992 (no es la suya una trayectoria de última hora, como algunos piensan), se consagró con Alfredo, en una producción de “Traviata” del Metropolitan de Nueva York en 2006, con Angela Gheorghiu. “Cuando salí a recibir los aplausos, me di cuenta de que algo había pasado”, recuerda. Desde entonces, su viaje alcanzó alturas impensadas con “Werther” (Massenet), “Fidelio” (Beethoven) y “Lohengrin” (Wagner), y también con otros Verdi. En particular, “Don Carlo”, aplaudido en Zurich, Londres, Munich y, recientemente, en Salzburgo.

Esta placa, disponible desde el 17 de septiembre, viene a confirmar ese estándar que tiene el disco Wagner y pone luz sobre el futuro del gran canto verdiano.

Todo está cuidado, desde el diseño y las fotografías a la elección del repertorio y los nombres en el ruedo: Kaufmann; el experto Pier Giorgio Morandi al frente dela Orquesta de la Ópera de Parma; el Coro del Teatro Municipal de Piacenza, y el barítono Franco Vassallo, que interviene en los cortes de “Don Carlo” y “Otello”.

Suena a despedida la elección de “La donna è mobile”, del inescrupuloso Duque de “Rigoletto”, que abre los fuegos, un rol que el tenor cantó con gran éxito en Zurich junto a Leo Nucci en 2005. Pero Kaufmann espera que no sea así, porque está empeñado en seguir alternando papeles más ligeros como este con otros que exigen otra densidad. “En medio de las funciones de ‘Trovador’ en Munich debí reemplazar al tenor previsto para ‘Lohengrin’, y me dio un gran placer sentir que mi canto, viniendo de Verdi, parecía más suave, más líquido y más cercano a las características italianas que Wagner esperaba para su ópera”, señala. El disco no incluye a Alfredo, pero están —casi— todos los demás: Riccardo, Manrico, Rodolfo, Gabriele, Carlo, Alvaro, Otello y hasta Macduff.

Jonas Kaufmann plantea cada personaje aportando algo diferente, y siempre luciendo su dominio de la messa di voce, sus pianísimos y un ardiente color oscuro, baritonal, que aporta reciedumbre a interpretaciones que nunca son monocromas. Al revés, en cada retrato suyo el héroe demuestra ardor y vulnerabilidad, pasión y decaimiento. Deslumbra en las arias de “Baile de Máscaras” y Riccardo será seguramente un gran rol en su carrera, pues tiene la ligereza y el encanto para “Di’ tu se fedele”, y resulta un verdero volcán sofocado en “Ma se m’è forza perderti”. “Celeste Aida” es puro lirismo y deseo tras un enérgico “Se quel guerrier io fossi!”, acentuado como corresponde. Su “Ah! si, ben mio” destila dulzura y anticipa la pesadumbre ad portas para arremeter luego con la cabaletta tenoril por excelencia, “Di quella pira”, Do incluido. De “Luisa Miller” no podía faltar el aria de Rodolfo “Quando le sere al placido”, donde lleva de la indignación al dolor y luego al recuerdo angélico en “lo sguardo innamorato” y “t’amo, dicea”. El furor colma “O inferno! Amelia qui”, de “Simón Boccanegra”, que precede su entrañable “Don Carlo”, título que debiera grabar completo en francés y en italiano; Franco Vasallo es Rodrigo de Posa en el dúo que inflama a los teatros del mundo, “Dio nell’alma infondere”. “La Fuerza del Destino” se incorpora a su repetorio en diciembre y aquí está la escena y romanza del spinto Don Alvaro del Acto III, “La vita è inferno all’infelice... O tu, che in seno agli angeli”, tan compleja de estructura y con tantos saltos por el pentagrama. Se agrega otro Carlo, bastante desconocido, que Kaufmann cantó en 2005: el de “I Masnadieri”, rol di forza que lo lleva del grave al agudo en el exigente “Destatevi, o pietre! ... Giuri ognun questo canuto”. “Otello” se anuncia en escena para dentro de unos años; los adelantos son “Dio ! Mi potebi scagliar” —Kaufmann está dolcissimo en “l’anima acqueto” y salvaje de rango aristocrático en “Ah! Dannazione! Pria confessi il delitto e poscia muoia!”— y “Niun mi tema”, donde ya desde el inicio el moro parece fuera del mundo, como si meditara su tragedia: “Otello fu” es una constantación para sí mismo, no para los demás. El álbum de lujo agrega “Ah, la paterna mano” de “Macbeth” que después de todo lo anterior parece un juego de niños.

No es por nada que el 25 de agosto de este año, Plácido Domingo, al ser consultado por The Telegraph sobre quién será el próximo gran tenor respondió: “Oh, ya es Jonas Kaufmann” (“Oh, it is already Jonas Kaufmann”).


 
The awaited meeting of Jonas Kaufmann with Verdi
by Juan Antonio Muñoz H.
The Wagner-Decca album of Jonas Kaufmann has just won the Gramophone Award 2013, proposing a new standard of quality for lyrical recitals: the highest musical level, interpretive contribution and novelty, expressed therein in the original version of Lohengrin’s farewell and in the "Wesendonck Lieder" cycle, singing as tenor on this occasion. The German artist now begins his career in a new record label, Sony, and chooses for it a tribute to Giuseppe Verdi, composer whose bicentennial is being celebrated and who lives at the core of the heart –like Horatio in Hamlet’s heart – of opera fans.

A magnificent composer who feels great, vibrant and uneven in titles such as "Nabucco" or "I Lombardi"; who reaches heights in "Rigoletto", "La Traviata", "Un ballo in maschera " and "Othello", and who even becomes intellectual and affected in "Falstaff". Baritone Leo Nucci, talking about the musician from Roncole, said in 1995 to "El Mercurio" that "the day that Giuseppe Giacomini, Nicola Martinucci and Lando Bartolini no longer sing, this is over. I think that the Italian tradition with those voices is over, because Pavarotti sings everything, but he is not a singer, he is a character who is beyond the world of opera."

To some extent, his dire prophesy has been fulfilled, to the point that La Scala opens on 7 December with a "Traviata" performed by a German soprano, Diama Damrau, and a Polish tenor, Piotr Beczala. Both are extraordinary, but are they Verdian? Beczala himself said in 2012: "Verdi’s roles for tenors are complicated and musically complex. “Verdi’s roles for babies', such as Alfredo or the Duke, which are the ones I sing, are the introduction to “adult” roles, such as Gustavo, Don Carlo, Manrico, Radames or, at the end of the line, ¡Othello!". Damrau, trained in Mozart and Handel, sang a great Gilda ("Rigoletto") and is an acclaimed Violetta Valery, but it is hard to think of her performing other great Verdian heroines.

Jonas Kaufmann (1969), after a career that started in 1992 (his is not a last minute career, as some people think), became famous as Alfredo, in a "Traviata" production of the New York Metropolitan in 2006, with Angela Gheorghiu. "When I came out on stage to receive the applause, I realized that something had happened,” he remembers. Since then, his journey has reached unforeseen heights with "Werther" (Massenet), "Fidelio" (Beethoven) and "Lohengrin" (Wagner), as also with other Verdis. Above all with "Don Carlo", acclaimed in Zurich, London, Munich and, recently, in Salzburg.

This album, available from September 17, confirms the standard of the Wagner album and sheds light on the future of the great Verdian singing. Everything is taken care of, from the design and photographs to the choice of repertoire and the names on the cast: Kaufmann; expert Pier Giorgio Morandi conducting the Orchestra of the Parma Opera; the Piacenza Municipal Theatre Chorus, and baritone Franco Vassallo, intervening in "Don Carlo" and "Othello".

The choice of "La donna è mobile" of the unscrupulous Duke of "Rigoletto", who opens fire, a role which the tenor sang with great success in Zurich with Leo Nucci in 2005, sounds like a farewell. But Kaufmann hopes this is not so because he is determined to continue alternating lighter roles like this one with others that require another density. "In middle of the functions of 'Trovatore' in Munich I had to replace the tenor scheduled to sing 'Lohengrin', and it gave me great pleasure to feel that my singing, coming from Verdi, seemed softer, more liquid and closer to the Italian characteristics that Wagner expected for his opera", he says. The record does not include Alfredo, but almost all the others are there: Riccardo, Manrico, Rodolfo, Gabriele, Carlo, Alvaro, Othello and even Macduff.

Jonas Kaufmann sets out to introduce something different in each character, always mastering his “messa di voce”, his “pianissimo” and a burning dark baritone color, which toughens interpretations that are never monochrome. On the contrary, in each one of his portrayals, the hero shows ardor and vulnerability, passion and despondency.
He shines in the arias of "Un ballo in maschera" and Riccardo will surely be a great role in his career, because he has the lightness and charm for "Di' tu se fedele", and is a real smothered volcano in "Ma se m'è forza perderti". "Celeste Aida" is pure lyricism and desire after a vibrant "Se quel guerrier io fossi!", accordingly emphasized. His "Ah! si, ben mio" exudes sweetness and anticipates the coming sorrow, but then charges with the tenor’s cabaletta par excellence, "Di quella pira", high C included! Rodolfo’s aria, "Quando le sere al placido", from "Luisa Miller" could not be absent, anger leading to pain and then to angelic remembrance in "lo sguardo innamorato" and "t'amo, dicea". Fury fills "O inferno! Amelia qui", of "Simon Boccanegra", which precedes his lovely "Don Carlo", a title of which he should make a complete recording in French and Italian; Franco Vasallo is Rodrigo de Posa in the duet that sets aflame the theaters of the world, "Dio nell'alma infondere". "La Forza del Destino" became part of his repertoire in December and here is the scene and aria from the spinto Don Alvaro of Act III, "La vita è inferno all'infelice... O tu, che in seno agli angeli", of such a complex structure and jumping all over the staff. Another Carlo is added, quite unknown, that Kaufmann sang in 2005: the Carlo from "I Masnadieri", “rol di forza” which takes him from high to low notes in the demanding "Destatevi, o pietre! ... Giuri ognun questo canuto". "Othello" is to be staged in a couple of years; the previews are "Dio ! Mi potebi scagliar" —Kaufmann is “dolcissimo” in "l'anima acqueto" and wildly aristocratic in "Ah! Dannazione! Pria confessi il delitto e poscia muoia!"— and "Niun mi tema", where right from the start the Moor seems out of the world, as if he were meditating on his tragedy: "Otello fu" is an ascertaining for himself, not for others. The de luxe album adds "Ah, la paterna mano" of "Macbeth" which after all the foregoing, seems child’s play.

It’s no coincidence that on August 25 of this year, Plácido Domingo, when asked by The Telegraph who was going to be the next great tenor, replied: “Oh, it is already Jonas Kaufmann".


COLUMN :Chosen Classics

Juan Antonio Muñoz H.
Entertainment and Arts Editor
EL MERCURIO SAP
 
 






 
 
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