Scherzo, Junio 2011
Fernando Fraga
 
UN ENORME CAVARADOSSI
Concebir una Tosca representada en la actualidad y en un escenario operístico, cuyo telón al fondo puede llegar a identificarse con el de la Scala, exige del responsable una serie de malabarismos que no siempre pueden encajarse con el original pucciniano. Así le ocurre a Carsen quien, sin embargo, efectúa una tan original y minuciosa dirección de actores que los aciertos se disparan hasta el punto de hacernos seguir sus ideas y, lo que es mejor, comulgar con ellas. Claro que encontró un terceto de actores-cantantes capaces de llevar a la práctica el proyecto. Hampson, que debutaba el papel, con su inquietante presencia y sus acreditados recursos escénicos compone un Scarpia aterradoramente frío y cruel, aunque sus medios vocales más que suficientes en cuestión de amplitud no sean los idóneamente adecuados por colorido y significado. Asimismo con voz poco latina Magee, sólo susceptible de algunas mejoras (o retoques) en contados fraseos, ofrece un protagonismo conveniente a un personaje que el regista compone con especial detalle, agudeza y feminidad. Claro que Kaufmann es el que atrae más la atención. Con su envidiable figura, su naturalidad como actor y su canto, mezcla de generosidad vocal, encendido lirismo (atiéndase a Qual'occhio al mondo, por ejemplo) y apasionados acentos, expone un Cavaradossi que nada debe al pasado y mucho a su fascinante y arrolladora personalidad. Una voz alemana por colorido y fuerza, manejada por un intérprete de una sensibilidad y musicalidad mediterráneas. Impactante. Carsen atiende hasta el personaje más periférico, ofreciendo a Giuseppe Scorsin destacar en un Sacristán alejado de la tradición bufa pero suficientemente capaz de integrarse en la narración, así como al resto del equipo entre los que encontramos como Spoletta a Peter Straka (tenor asociable a la obra de Janácek) y en Angelotti a Valeri Murga, uno más de los elementos fijos que hacen de Zúrich un escenario europeo de excelente calidad. Carignani ofrece una lectura de nivel, la propia de una batuta que sabe destacar la orquestación pucciniana poniéndola al servicio del solista y del drama. Sin la atenta mirada de Breisach, sin duda, el espectáculo no alcanzaría su exacta dimensión.



 
 
 
 






 
 
  www.jkaufmann.info back top