el Nuevo Herald, 12 de octubre de 2021
por Sebastian Spreng
 
“Pleno de alegría” Jonas Kaufmann debuta en Miami
Ya era hora, el tenor más notable de nuestros días hará su debut en Miami el próximo 14 de octubre en el Knight Concert Hall del Adrienne Arsht Center for the Performing Arts como parte de su gira americana junto a su extraordinario colaborador el pianista Helmut Deutsch. Acompañado por el eximio instrumentista, Kaufmann aprovecha la ocasión para lanzar su último disco grabado durante este año de enclaustramiento. Inclaudicable e infatigable en su afán por preservar y difundir el arte de la canción de cámara, en esta flamante entrega brinda una veintena del casi centenar de canciones que compuso Franz Liszt entre 1840 y 1849. La fama pianística del célebre virtuoso eclipsó su legado Liederístico, asi Kaufmann y Deutsch acuden a su rescate en este siglo XXI con resultados sobresalientes. Hace décadas el legendario Dietrich Fischer Dieskau y la mezzo Brigitte Fassbänder fueron algunos de sus mas importantes difusores.



El recital -y también la gira - lleva por título “Freudvoll und Leidvoll” (en español, “Pleno de alegría y de tristeza”) la canción insigne del disco que Kaufmann canta en sus dos versiones de 1844 y 1849. Vale la pena disfrutar el contraste entre las dos, la primera de infinita dulzura y la segunda investida con fuego romántico típicamente lisztiano. Antes, Kaufmann abre el fuego con “Vergiftet sind meine Lieder” (“Mis canciones están envenenadas”) declamando heroico. Es en este renglón donde Jonas Kaufmann resulta el vehículo ideal para plasmar el amplísimo espectro emocional -y vocal- que requiere Liszt, del susurro mas íntimo al trueno wagneriano que crearía su futuro yerno (Richard Wagner desposó a su hija Cósima en 1870), la voz corre velada, oscura, tierna acabando en destellos brillantes, contundentes, poderosos como los héroes Siegmund, Lohengrin o Tristan con los que triunfa en escena. La poesía de Goethe y Heine, y otros grandes poetas como Nikolaus Lenau, Redwitz, Freiligrath y Rellstab ha sido popularizada gracias a las canciones de Schubert y Schumann; es aquí donde la contribución de Liszt merece revalorarse. Kaufmann brinda poemas previamente abordados por Schubert y Schumann que bajo la óptica de Liszt aportan nueva luz a los textos, tal el caso de “El rey de Thule, Im Rhein im schonen Strome” o el clásico “Uber allen Gipfeln ist Ruh”.

Abrasados por la pasión lisztiana, cantante y pianista recorren el viaje poseídos por una libertad expresiva y estilística memorables. Esa es la chispa que enciende este disco revelador destinado a perpetuar la impronta del compositor en su faceta vocal. Kaufmann acaricia el acaramelado “O lieb solang du lieben kannst” compitiendo palmo a palmo con “Es muss ein Wunderbares sein”, dos hits instantáneos del recital, infunde debido fervor al rapsódico “Es rauschen die Winde”, énfasis sacro a “Der du von Himmel bist” en sus dos versiones y soberana gravedad a “Uber allen Gipfeln ist Ruh”. No obstante, el núcleo del programa son los “Tres sonetos de Petrarca”, suerte de periplo del compositor queriendo resumir el espíritu de la ópera italiana a partir del canto del poeta renacentista por la divina Laura (para Liszt su equivalente fue Marie d’Agoult, madre de Cósima, Blandine y Daniel). Desde la ira y el desconsuelo al éxtasis místico cuando no alucinatorio, son tres canciones que ponen a prueba la batería de recursos de todo cantante. Aparentemente compuestos para el tenor virtuoso Giovanni Battista Rubini al que Liszt acompañó en giras hacia 1840, conoció admirables grabaciones en cada registro vocal: Dame Margaret Price, Renata Scotto, Fischer Dieskau, Thomas Quasthoff o Dmitri Hvorostovsky y en la tesitura original de tenor por Nicolai Gedda, Josef Reti, Pavarotti, Carreras, Alfredo Kraus, recientemente Javier Camarena y ahora Kaufmann. Desde ya que el bávaro no es el tenore di grazia para el que fueron compuestos pero tanto su fiereza como sutileza bastan y sobran, Kaufmann es un felino agazapado recurriendo a claroscuros, asperezas, crudezas y veladuras, como un Tristan herido entregando sus últimas fuerzas vitales con infinita dulzura. El tenor wagneriano devenido, en definitiva, en tenor romántico por excelencia en un recital superlativo demostrado en el final de “La Loreley” que corona con un pianísimo que quita el aliento. La consustanciación entre cantante y pianista es impresionante; en el caso de Liszt, imprescindible. Cada inflexión, cada acento, cada matiz vocal es correspondido, anticipado o comentado por el piano en espléndida armonía. Al regalar su complicidad exquisita, Kaufmann y Deutsch, no dan un paso en falso, con rara inteligencia expresiva instalan su diálogo ejemplar.

Si este recital discográfico merece cálida recomendación, el debut de Kaufmann en nuestras costas la duplica ya que indudablemente será el acontecimiento lírico de la temporada, un evento imperdible para amantes del canto y de todas las disciplinas musicales donde el tenor interpretará un puñado de canciones y arias, y habrá que ver su generosidad con los mentados bises, recuérdese en algunos teatros ha llegado a la decena. Al haber dejado de ser habitual el paso de estrellas vocales de esta magnitud por los escenarios miamenses, será una oportunidad única para apreciar un artista consagrado en todas latitudes. Vaya una felicitación a la programación clásica del Arsht Center por dar este puntapié a la temporada 2021-22 finalmente aquí.






 
 
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